Introducción al positivismo lógico

I. ANTES DEL CIRCULO DE VIENA [0]

1. Preliminares históricos

Para no ir muy lejos en la historia, basta para los propósitos de este trabajo simplemente bosquejar algunas de las principales corrientes filosóficas del siglo XIX que precedieron a la formación del Círculo de Viena también llamado “positivismo[1] lógico”. Para ello, utilizaremos como guía un estudio de J. Padrón («Interpretaciones históricas acerca del conocimiento científico», 1992) y también tomaremos algunas orientaciones dadas por E. Bedford (1994).

§ El siglo XIX, precisamente, fue el gran escenario del debate entre el discurso ambiguo y el discurso exacto, entre el dogma y la crítica, entre lo «metafísico» y lo «físico» y, en fin, entre la especulación y la ciencia. Por una parte, en este siglo se aceleraron los descubrimientos generadores de tecnología; pero, por otra parte, el dogma, el escepticismo y el pensamiento ambiguo recibieron un fuerte impulso de parte del romanticismo, el cual pregonaba la desconfianza en la razón y en la capacidad sensorial a favor del sentimiento, la intuición y la emotividad[2].

§ También surgieron otras dos grandes interpretaciones del conocimiento científico: una, que sitúa la validez del conocimiento en los mecanismos de la razón (racionalismo) aunque todavía afectada por ciertas concesiones a la metafísica; otra, que sitúa esa validez en los datos de los sentidos y de la experiencia (empirismo).

§ La interpretación racionalista del conocimiento científico, asociada comúnmente al método deductivo de descubrimiento y comprobación. En este enfoque se destacan los filósofos y científicos de la época helenística clásica (prácticamente todos), los filósofos escolásticos (Sto. Tomás, Duns Scoto…) y ciertos pensadores que conjugaron la filosofía con la lógica y la matemática (Descartes, Leibniz y Kant, quien específicamente aplicó el término «racionalismo» a su propia posición)….”

§ La segunda interpretación, la empirista, privilegia el método inductivo. El empirismo fue desarrollado principalmente por los filósofos ingleses Locke, Berkeley, Hume y J. S. Mill. También los enciclopedistas franceses tomaron las ideas del empirismo. Surgió como una reacción al racionalismo.

§ Pero fue el empirismo inductivo, mucho más que el racionalismo deductivo, el que evidenció mayores aportes tecnológicos. De hecho, “la tradición empirista ha sido…antagonista a la metafísica, y le ha dado a al ciencia un alto valor como medio de adquisición de conocimiento” (Bedford, 1994). También, según Bedford, “el establecimiento del empirismo puramente como una tesis sobre la estructura lógica del conocimiento ha sido un importante estímulo importante para el desarrollo de la lógica-matemática” (Ibíd.).

§ “De ahí que el empirismo inductivo, bajo ciertos cánones identificados con la palabra positivismo, se convirtiera en la primera y más influyente interpretación del conocimiento científico en el siglo XX, reaccionando contra el pensamiento anárquico o especulativo y propugnando el conocimiento riguroso, sometido a reglas de validación fundadas en la experiencia constatable” (Padrón 1992).

2. El asunto de los conceptos y los enunciados a priori

Creemos importante introducir esta parte a fin de preparar el camino para un mejor entendimiento de las discusiones que siguen en la próxima. Nuevamente, por razones prácticas, bosquejaremos las principales ideas al respecto siguiendo a Bedford (1994).

Las controversias entre los racionalistas y empiristas tuvieron al menos dos fuentes importantes relacionadas con los conceptos a priori y con los enunciados a priori:

Los conceptos a priori

* El racionalismo. Los conceptos a priori son ideas que, según se afirma, no se derivan de la experiencia sensible sino que son producidas independientemente por la razón o por el intelecto. Los racionalistas admiten que algunos conceptos son empíricos (por ejemplo que derivamos nuestra idea de lo rojo de nuestra experiencia de ver objetos rojos), pero mantienen que el conocimiento que tenemos del mundo también implica conceptos a priori como los de causa y sustancia.
* El empirismo. Bajo este enfoque es fundamental negar la existencia de tales ideas. Los empiristas, por tanto, argumentan que o bien los pretendidos conceptos a priori pueden ser analizados o descompuestos en una combinación de conceptos más simples que se derivan de la experiencia, o bien en ocasiones, de manera más radical, que no son conceptos genuinos (por ejemplo, que «Sustancia», en cuanto que término metafísico, es simplemente una palabra a la que no se puede asignar ningún significado).

Los enunciados a priori

* El empirismo. Generalmente se está de acuerdo en que todas las verdades necesarias son a priori puesto que de la experiencia lo único que podemos aprender es que ha ocurrido y que es probable que ocurra, y no que deba ser así. Los empiristas, que creen que no tenemos ningún medio de adquirir conocimiento, excepto mediante la observación de lo que ocurre realmente, afirman que las verdades necesarias son verdaderas por definición, o analíticas.
* El racionalismo. Los racionalistas mantienen que algunos enunciados a priori son sintéticos; esto es, que nos dicen algo acerca de la naturaleza del mundo. La aserción “todo evento debe tener una causa” por ejemplo, se ha dicho que es un principio auto evidente de este tipo: a priori porque establece una conexión necesaria, y sintético porque no es simplemente verdadero por definición (como “todo efecto tiene una causa”).
* Nota final: Es característico del empirismo negar que la razón pueda asegurarnos la verdad de un enunciado genuinamente sintético y, por tanto, que cualquier proposición pueda ser a la vez a priori y sintética.

Como bien apunta Bedford, “como resultado de su desacuerdo en estas cuestiones de principio, racionalistas y empiristas tienen actitudes muy distintas respecto a la ciencia natural y la metafísica”. En otras palabras,

* Los racionalistas se han inclinado, hablando en general, a pensar que las creencias basadas en la experiencia estaban infectadas por el error. Para ellos, no se puede obtener el entendimiento del mundo mediante la percepción sensible, que es confusa, sino mediante la especulación metafísica. Pero precisamente porque la metafísica pretende proporcionar conocimiento de una realidad que trasciende la experiencia, la investigación metafísica depende de que tengamos conceptos a priori.
* La tradición empirista ha sido por tanto antagonista de la metafísica, y le ha dado a la ciencia un alto valor como medio de adquisición del conocimiento.

3. Matemáticas y empirismo

Una aplicación típica de los principios empiristas es la efectuada en la teoría de la matemática. Siempre se había considerado a la matemática como un baluarte del racionalismo, puesto que, a primera vista, las proposiciones matemáticas son a priori y sintéticas. 7+5=12: parece cierto tanto que esto debe ser así como que es verdad con respecto a objetos que podemos conocer antes de cualquier experiencia de ellos.

Los empiristas han respondido a este desafío de dos formas: o negando el carácter a priori de la matemática o bien el carácter sintético:

* El primer curso es el que tomó J. S. Mill que trata a la matemática como una generalización a partir de la experiencia. Según él, 7 + 5 = 12, es una ley de la naturaleza basada en la observación. Sin embargo, si la aritmética no es necesariamente verdadera y solamente es establecida por la experiencia, queda la posibilidad de que pudiera ser falsificada por la experiencia, por difícil que pueda ser imaginar cómo sería esa experiencia. Pocos empiristas han estado dispuestos a admitir esta paradoja.
* Generalmente han tomado la otra alternativa, la de afirmar que la matemática es analítica, y no sintética. Según este punto de vista, las proposiciones matemáticas son verdaderas por definición. 7 + 5 = 12 es una verdad necesaria sólo porque definimos «7», «+», «5», «=» y «12», de tal modo que esto sea así. Por tanto, la matemática no nos da, como pensaban los racionalistas ninguna información sobre la naturaleza del mundo. El positivismo lógico del Círculo de Viena endosaría esta tesis.

II. EL POSITIVISMO LÓGICO DEL CIRCULO DE VIENA

1. Sus principales pensadores

De acuerdo con Urmson “El Círculo de Viena se originó a comienzos de los años veinte como un grupo de discusión informal en la Universidad de Viena, presidido por Moritz Schlick. Entre los miembros más prominentes se contaban Rudolf Carnap, Otto Neurath, Friedrich Waismann, Philipp Frank, Hans Hahn, Herbert Feigl, Victor Kraft, Felix Kaufmann y Kurt Godel. Otros asociados, más o menos remotos en la distancia, en el tiempo o en la opinión, fueron Hans Reichenbach, Carl Hempel, Karl Menger, Richard von Mises, Joergen Joergensen, Charles W. Morris y A. J. Ayer. Muchos componentes del círculo original no eran filósofos, sino matemáticos, físicos y científicos sociales, que compartían un interés común por la filosofía de la ciencia y un disgusto común por la metafísica académica que entonces prevalecía en Alemania y en Europa Central” (Urmson, 1994).

Estos pensadores seguían la tradición positivista de D. Hume y se “puso el epíteto de “lógico”, porque ellos pretendían añadir los descubrimientos de la lógica moderna; en particular creían que simbolismo lógico que ha sido desarrollado por Frege, Peano y Russell les sería útil” (Ayer, 1959).

2. Sus raíces y fuentes de inspiración

2.1. Las raíces del Empirismo Lógico.

El Empirismo Lógico del Círculo de Viena hunde sus raíces en dos elementos fundamentales: la concepción de la verdad de Aristóteles y el positivismo o empirismo clásico de D. Hume y A. Comte.

La teoría de la verdad de Aristóteles: La concepción clásica de la verdad formulada por Aristóteles enunciaba una correspondencia entre el decir y el ser: decir las cosas como son era sinónimo de discurso verdadero. El Círculo de Viena reformuló esta concepción, y estableció ahora que la concepción de la verdad era una correspondencia entre proposiciones y hechos. Es decir, los enunciados científicos pueden ser verificados en la medida que se correspondan con los hechos o que las observaciones empíricas han de concordar con las predicciones de la ciencia.

El empirismo: La tesis fundamental de todo empirismo, antes y después de Hume y Comte, es que la única fuente de conocimiento es la experiencia sensible. El positivismo lógico es un desarrollo ligado a la gran corriente de los filósofos empiristas ingleses como Francis Bacon (1561-1626), T. Hobbes (1588-1679), J. Locke (1632-1704), Berkeley (1685-1753), D. Hume (1711-1776), J. S. Mill (1806-1873).

2.2. Las fuentes de inspiración.

Padrón (1992) señala que “las posiciones del Círculo de Viena estuvieron directamente influenciadas por cuatro antecedentes básicos, los primeros dos de carácter filosófico, el tercero de carácter histórico y el otro de carácter instrumental.

En primer lugar, el «empirio-criticismo» del físico austríaco Ernst Mach….con fuertes implicaciones neopositivistas, el cual sólo reconocía como datos válidos de conocimiento aquellos elementos ubicados en la experiencia y traducidos en señales de captación sensorial, excluyendo todo enunciado `a priori’ y todo juicio que no pudiera ser confrontado con datos sensoriales.

En segundo lugar, las posiciones de Viena se apoyaron en el «análisis lógico del conocimiento» de Wittgenstein… así como en sus tesis sobre la naturaleza «analítica» de la Lógica y la Matemática y en sus críticas a la filosofía especulativa.

En tercer lugar, y como influencia de tipo histórico, la revolución de la Física Cuántica fue interpretada como demostración del carácter analítico de la ciencia y de la fuerza del pensamiento riguroso orientado hacia los hechos observables y hacia los mecanismos de comprobación….

En cuarto lugar, como antecedente de carácter instrumental, las herramientas de la lógica matemática, consolidada unos veinte años antes en los «Principia Mathematica» de Russell y Whitehead y profundizada por los lógicos polacos y los trabajos de Hilbert, ofrecieron al Círculo de Viena un importante aparato para traducir datos de conocimiento empírico a un lenguaje preciso, riguroso e inequívoco que concibieron como modelo del lenguaje científico: de allí las célebres expresiones «empirismo lógico» y «atomismo lógico» con que se identificó el Círculo (la Lógica de Bertrand Russell había distinguido entre hechos/ proposiciones «atómicos» y hechos/proposiciones «moleculares»)”.

En resumen:

Dos antecedentes de carácter filosófico:

* Neopositivismo de E. Mach: En esta postura se negaba todo tipo de elementos a priori en las ciencias empíricas[3].
* El Tractatus de Wittgenstein: En su obra, Wittgenstein, discípulo de Russell, vinculaba la tradición empirista con la nueva lógica-matemática[4].

Antecedentes de carácter histórico e instrumental:

* Carácter histórico: La revolución de la física a comienzos del siglo XX. Las contribuciones de Einstein para la compresión de la estructura del espacio-tiempo y de la gravitación, y la de la Mecánica Cuántica para la comprensión de la estructura atómica y nuclear.
* Carácter instrumental: La lógica-matemática: La creación de la lógica-matemática por B. Russell y A. Whitehead en 1905. También las investigaciones de G. Frege y el mismo Russell sobre la naturaleza de la representación lingüística. Estos aportes propiciaron la construcción de un lenguaje lógico, principalmente por R. Carnap, elaborado a partir de ciertas proposiciones que permitirían “el análisis de los conceptos científicos y la clarificación de los problemas filosóficos” (Carnap,1992).

Así que el positivismo lógico “como una forma mas extrema y sofisticada del positivismo, es una teoría de la ciencia que plantea que el único tipo de conocimiento no analítico válido es el conocimiento científico; este conocimiento consiste en la descripción precisa de modelos teóricos invariantes en el tiempo y en el espacio elaborados a partir de los fenómenos observados” (Damiani, 1997).

3. Su proyecto

El proyecto del Círculo de Viena estribaba “en conformar una filosofía científica. Las matemáticas y la lógica, así como la física, son los grandes modelos a los que deben toda forma de discurso científico. El programa positivista de Comte en el Siglo XIX debía ser culminado, convirtiendo la biología, la psicología y la sociología en ciencias positivas. La unificación de la ciencia debe llevarse a cabo reduciendo todas las proposiciones observacionales a lenguaje fisicalista, con lo cual se mostraría que existe un núcleo común a todas las ciencias positivas” (Echeverría, 1989). Y su proyecto institucional era la elaboración de la Enciclopedia para la Ciencia Unificada (Ibíd.).

4. Sus principales características

4.1. El llamado giro lingüístico.

El Círculo de Viena desplazó el foco de observación desde la conciencia individual (la orientación seguida desde Descartes, en Kant y en el idealismo alemán) al lenguaje (Bedford, 1994). Y partir de allí, junto con otros elementos ya mencionados, el empirismo o positivismo lógico construyó una doctrina sobre la estructura lógica del conocimiento científico. De esta manera, el Círculo de Viena distinguió, o al menos propuso distinguir, la ciencia de la metafísica (y de cualquier otro conocimiento) basándose en un criterio epistemológico de significatividad cognoscitiva. Esto le permitió “al positivismo lógico aplicar radicalmente la navaja de Ockham[5], descartando del pensamiento científico numerosos conceptos y trabajos llevados a cabo por la filosofía especulativa” (Echeverría, 1989).

4.2. Características del Círculo de Viena: (ver Urmson, 1994).

4.2.1. Características generales

a) Un empirismo total. El cual se apoyaba en los recursos de la lógica moderna y en los logros de la física moderna. Desde el punto de vista metodológico las ciencias empíricas están basadas en la inducción[6].

b) Un empleo de la lógica-simbólica. Usada como un instrumento para deslindar entre distintos lenguajes y sus relaciones tanto en sus aspectos formales (sintaxis-lógica) como en su contenido o referencias a lo real (semántica).

c) Un rechazo a la metafísica y a la teología. En línea con el pensamiento de la Ilustración, los pensadores del Círculo de Viena (ya formados en el escepticismo) fomentaron un repudio hacia la metafísica por estar fuera de lo que era concebido como lo “sensible” y empírico. La acusación básica contra la metafísica estaba centrada en que sus proposiciones carecían de significado. Es decir, las proposiciones de la metafísica carecen de sentido en virtud de que no tienen relación con los hechos; ya que éstas no están construidas en base de proposiciones elementales.

d) Una restricción del dominio de la filosofía. El espacio de acción de la filosofía fue casi literalmente reducida a la tarea de eliminar sus propios problemas.

e) Un fisicalismo: Todos los enunciados empíricos pueden ser expresados en el lenguaje de la física. Este fue el fundamento teórico a favor de la unidad de la ciencia. Esta propuesta inicial de un lenguaje fisicalista estuvo ligada a los cambios dramáticos de la física en las tres primeras décadas del siglo XX originados principalmente en la teorías de la relatividad de Einstein y en la Mecánica Cuántica.

4.2.2. Característica epistemológica esencial: El Principio de Verificación

Los elementos anteriores permitían configurar el Principio de Verificación, que es la característica esencial del positivismo lógico. De hecho, el objetivo fundamental de la metodología era “formular y legitimar una regla de aceptación de los enunciados conforme a la convicción fundamental según la cual una proposición científica debe ser aceptada sólo cuando es verdadera” (Damiani, 1997). Para concretar esta norma es necesario un método, un criterio de significatividad, que permita establecer si determinada proposición es o no verdadera. En otras palabras, “de acuerdo con el neopositivismo el método de la ciencia debe ofrecernos una estrategia infalible para el hallazgo de la verdad” (Ibíd.). Se estimaba ofrecer criterios de racionalidad científica, buscaba discriminar con certeza absoluto la ciencia de la pseudo-ciencia. De modo pues que, “el concepto de significado establece una línea de demarcación entre las proposiciones significantes de las ciencias empíricas y los enunciados insensatos de la metafísica” (Damiani). En resumen, el positivismo lógico utiliza como criterio de significatividad de las ciencias fácticas el principio de verificación que sirve como criterio de demarcación del discurso científico del no científico”[7] (Damiani).

Ahora bien, el principio de verificabilidad funciona “solamente en la medida que se conceda una autoridad particular a una clase específica de proposiciones empíricas cuya certeza no puede ser cuestionada: debe establecerse una fuente segura que nos proporcione conocimiento real, como fundamento epistemológico sobre el cual construir el edificio de la ciencia…La teoría de la verificación o del significado, que es la característica definidora de la epistemología neopositivista, ofrece los medios para distinguir los enunciados con y sin significado; se entiende por verificación el procedimiento adoptado mediante el cual se comprueba la verdad o falsedad de algún enunciado” (Damiani).

4.2.2. Los Principios del Positivismo

Los principios originales del positivismo lógico, y que luego se debilitarían con el transcurso del tiempo, son los siguientes:

1. El principio del Empirismo; según el cual todo conocimiento (no analítico) depende de la experiencia, y

2. El principio del significado cognoscitivo; de acuerdo con el cual la significación cognitiva de un enunciado es tal, solo si es (a) analítico o autocontradictorio (como en el caso de las ciencias formales como la lógica y las matemáticas) o (b) puede ser verificado experimentalmente.

4.3. Las cuatro tesis básicas del Círculo de Viena

De acuerdo con Padrón (1992) la escuela del Círculo de Viena produjo cuatro tesis bien definidas que interpretan el conocimiento científico, a saber, el criterio de demarcación (principio de verificación), el lenguaje lógico, la unificación de la ciencia y la inducción probabilista. Los tres primeras constituyen las tesis básicas producidas por el Circulo de Viena; las cuales sufrieron un sinnúmero de revisiones y modificaciones, algunas fáciles de captar, otras, realmente difícil de entenderlas. La última tesis es un producto indirecto del Circulo de Viena y se debe a Carnap y forma parte de lo que se ha llamado la segunda fase del positivismo lógico. En la siguiente sección entraremos a una descripción sucinta de las tres primeras tesis: sus fundamentos y sus respectivas evoluciones, hasta arribar a la cuarta tesis.

5. Su objetivo

El positivismo lógico estableció como meta alcanzar los siguientes objetivos fundamentales: (1) Dar a la ciencia una base positiva y (2) adoptar el análisis lógico del lenguaje, de los conceptos de la ciencia empírica (y mediante estos recursos demostrar la inutilidad de la metafísica).

6. Su metodología

El neopositivismo pretendía alcanzar sus objetivos mediante su particular método científico que constaba de dos factores: la verificación empírica y el análisis lógico del lenguaje.

7. Etapas del Positivismo Lógico

Primera fase: El Círculo de Viena (1929-1936). Sostenía la idea de una verificación concluyente de los enunciados científicos a partir de las proposiciones elementales. Alrededor de esta idea se articularon los argumentos y postura originales del Circulo de Viena.

Segunda fase: La Concepción Heredada (1936-). Debido a la dificultad sobre este punto es preferible citar textualmente a Padrón: “A pesar de su impacto inicial y de su enorme influencia, estas tesis se vieron sometidas a crítica por otros filósofos de la ciencia que, aunque coincidían en los aspectos básicos ya planteados, disentían en otros más específicos (Quine, Putnam, Toulmin, Hanson, Nagel, etc.). Los mismos integrantes del Círculo fueron haciendo revisiones y rectificaciones propias (Carnap, especialmente, Hempel y otros). De estas críticas y revisiones nació una ulterior interpretación del conocimiento científico que respetaba las bases del Círculo, pero que imponía modificaciones y correcciones de interés. En esencia, se abandonó el «empirismo ingenuo» implícito en las tesis iniciales; se reajustó el concepto de «reglas de correspondencia» entre los planos teórico y observacional. Volviendo a Whewell, quien casi un siglo antes sostenía la relatividad de la distinción «teórico/empírico», advirtiendo…que «nuestras percepciones envuelven nuestras ideas» (lo cual Hanson parafraseó al decir que toda observación está «cargada de teoría»); se hizo más flexible el concepto de «reducción» de unas teorías a otras y se amplió el modelo de las teorías científicas para dar cabida a otras opciones válidas. Todas estas revisiones y ajustes conformaron una diferente interpretación que se divulgó bajo el término «Received View» o «Concepción Heredada» que, en pocas palabras, consistió en una versión menos radical y más reflexiva de las tesis del Círculo de Viena” (Padrón, 1992).

III. LAS TESIS DEL CIRCULO DE VIENA

1. Las tesis básicas del Círculo de Viena

Siguiendo a Padrón (Ibíd.) mencionaremos algunas líneas que las definen.

El criterio de demarcación:

· Lo que esencialmente distingue al conocimiento científico frente a otros tipos de conocimiento es su verificabilidad con respecto a los hechos constatables.

· Un enunciado científico aceptable será sólo aquél que resulte verdadero al ser comparado con los hechos objetivos. Así, la verificación empírica constituye el criterio específico de demarcación entre ciencia y no-ciencia.

El lenguaje lógico:

· Los enunciados serán científicos sólo si pueden ser expresados a través de símbolos y si pueden ser relacionados entre sí mediante operaciones sintácticas de un lenguaje formalizado (independiente de su contenido significativo).

· Los enunciados científicos estarán dotados de una expresión sintáctica, formal o simbólica, por una parte, y de una correspondencia semántica, significativa o empírica, por otra parte.

· La base de esta correspondencia estará, por supuesto, en los enunciados observacionales más concretos dados por la experiencia (lenguaje «fisicalista»).

La unificación de la ciencia:

· Todo conocimiento científico, cualquiera sea el sector de la experiencia sobre el cual se proyecte, estará identificado (construído, expresado, verificado…) mediante un mismo y único patrón.

· En un sentido epistemológico y metodológico, no se diferenciarán entre sí los conocimientos científicos adscritos a distintas áreas de la realidad. Ya que la realidad constituye globalmente una sola estructura compacta y coherente (ordenada), también el conocimiento científico de la misma debe resultar, en definitiva, una misma construcción igualmente integrada.

· En virtud de ello, existe una única Filosofía de la Ciencia, es decir, un único programa de desarrollo científico para toda la humanidad. La Lógica y la Matemática serán el esquema básico para toda expresión comunicacional ‘verificable’ de la ‘ciencia’.

La inducción probabilística:

· La producción de conocimiento científico comienza por los hechos evidentes susceptibles de observación, clasificación, medición y ordenamiento. Sigue con la detección de regularidades y relaciones constantes y termina con las generalizaciones universales formuladas mediante leyes y teorías.

· Sin embargo, dado que el conjunto de todos los datos de una misma clase suele escapar a las circunstancias de tiempo/espacio del investigador entonces el proceso de generalización de observaciones particulares tiene que apoyarse en modelos de probabilidad, base de los tratamientos estadísticos utilizados actualmente en todas las áreas de investigación.

· De acuerdo al concepto de probabilidad, es posible inferir leyes generales a partir de un subconjunto o muestra representativa de la totalidad de los casos estudiados. Esto implica que el conocimiento científico debe tomar en cuenta ciertos índices de error y ciertos márgenes de confiabilidad previamente establecidos.

En otras palabras, la tesis del positivismo lógico se desplazó desde el criterio de verificación de Wittgenstein (vía deductiva a partir de proposiciones elementales cuya verdad se establece por la vía de la observación) hasta llegar a la aplicación de una lógica inductiva. Luego, el positivismo lógico de la Concepción Heredada estableció la inducción lógica como método de las ciencias empíricas. La lógica inductiva permitiría fundamentar el criterio de verificación empírica en el grado de probabilístico de confirmación de una determinada hipótesis.

2. La tesis del lenguaje lógico y sus dificultades

En parte veremos como ocurrió el desplazamiento recién mencionado. Para ello, vamos a considerar a grandes rasgos dos de las principales tesis del Círculo de Viena tales como la tesis de lenguaje lógico y la del criterio de demarcación; éstas juntas logran confluir para dar forma a la cuarta tesis: la de la inducción probabilista. En sus respectivos contextos consideraremos también las modificaciones o evoluciones que experimentaron. Dejaremos fuera de análisis a la tesis de la unificación de la ciencia por la sencilla razón que ésta se modificaba y tomaba cuerpo en virtud de las modificaciones experimentadas por las tesis anteriores. Vamos a esquematizar los elementos cruciales de esta tesis y de sus dificultades inherentes.

2.1 La idea central

La investigación de la teoría del conocimiento en términos de la lógica aplicada “se propone aclarar por medio del análisis lógico el contenido cognoscitivo de las proposiciones científicas, y con ello la significación de las palabras que se usan en las proposiciones, conduce a un resultado positivo y a otro negativo” (Carnap, 1931).

* El resultado positivo se ha elaborado en el dominio de la ciencia empírica; se aclaran los conceptos particulares de las diversas ramas de la ciencia; se hace ver su conexión formal-lógica y epistemológica. Aquí se dice que las proposiciones son significativas dado que tienen sentido en si mismas o pueden verificarse por medio de la experiencia.
* El análisis lógico conduce al resultado negativo de que las pretendidas proposiciones del dominio de la metafísica (incluida la filosofía de los valores y la ciencia normativa), son completamente sin sentido. Con esto se ha alcanzado una superación radical de la metafísica, que no había sido posible todavía desde los anteriores puntos de vista antimetafísicos. Aquí se dice que las proposiciones no son significativas dado que carecen de sentido.

2.2. El asunto del lenguaje lógico

Un lenguaje consta de un vocabulario y una sintaxis, es decir, de una colección de palabras que tienen una significación, y de reglas de la formación de las proposiciones; esas reglas indican cómo se pueden formar las proposiciones con las diversas clases de palabras.

Según eso, hay dos clases de seudo-proposiciones (que tienen lugar en la metafísica):

* La proposición contiene una palabra de la cual erróneamente se ha supuesto que tiene un significado,
* Las palabras que entran tienen significado, pero están dispuestas en una manera opuesta a la sintaxis, de suerte que no llegan a formar un sentido completo.

2.3. El asunto de las proposiciones primarias o de protocolo y su verificación

Las ideas elementales son como sigue

1. Toda proposición puede expresarse en un lenguaje fisicalista
2. El lenguaje fisicalista tiene como elementos constituyentes y constitutivos a las proposiciones protocolares
3. Las proposiciones protocolares se refieren a experiencias del sujeto ya sean externas o internas. Así que la verdad de una proposición elemental podía registrarse únicamente por la persona por cuya experiencia hacía la relación.
4. Una proposición es verificada realmente por medio de la experiencia que alguien tiene. En la mayoría de los casos la verificación consistía en la percepción de algún objeto físico. Pero se sostenía (Russell, Berkeley) que a los objetos que se perciben había que analizarlos en relación con las sensaciones que se tienen o con la percepción de los datos sensoriales (Russell).

Todos los enunciados científicos y sus leyes están formulados en forma de proposiciones, las cuales a su vez están formadas por las proposiciones primarias o elementales. De modo que solo existen dos clases de proposiciones con significado: las formales y las fácticas que constituyen todo el escenario posible, según el empirismo lógico del Círculo de Viena, de la teoría del conocimiento o de la filosofía científica. Esto es,

* Las formales: No son proposiciones acerca de la realidad. En virtud de su forma son ya verdaderas (tautológicas o analíticas) como las de la matemática o de la lógica. También entran en esta consideración las contradicciones o negaciones de estas proposiciones.
* Las fácticas: Se refieren a la realidad, es el conocimiento científico por excelencia. Para estas proposiciones su verdad o falsedad radica en las proposiciones de protocolo, ya que son proposiciones de experiencia o empíricas y pertenecen al dominio de la ciencia empírica.

2.4. Las dificultades de los proposiciones de protocolo.

No es difícil ver que el positivismo lógico proponía la existencia de un homomorfismo[8] entre las proposiciones protocolares y el dato sensible[9]. Las proposiciones en las que se expresa el conocimiento científico son reducibles a proposiciones elementales que se corresponden uno a uno con el dato sensible de la experiencia. Aquí se puede hablar de un homomorfismo entre ambas entidades.

Sin embargo, la caracterización de la realidad por medio de este homomorfismo enfrentó una serie de dificultades. La objeción mas fuerte tiene que ver “la condición privada de los objetos a los cuales se suponía que hacían referencia las proposiciones elementales” (Ayer, 1959). Ello condujo a su vez a un problema de comunicación. Es decir, “si cada uno de nosotros está obligado a interpretar cualquier proposición como si fuese una descripción de sus propias experiencias privadas, es difícil ver como podemos en modo alguno comunicarlas” (Ibid). A fin de evitar la imputación de solipsismo que esto implica y a fin de mantener el carácter intersubjetivo del conocimiento se propuso “una distinción entre el contenido de la experiencia y su estructura” (Ibíd).

El “contenido de la experiencia” se refería a los pensamientos y sentimientos, los cuales eran incomunicables en el sentido de que cada uno de nosotros tiene su propia experiencia o percepción del mundo. Estas clase de experiencias no se pueden verificar ni entender. Pero, lo que si se puede entender, verificar y comunicar es un conjunto de elementos del mundo sobre el cual para cada uno de nosotros son semejante. Esta es la estructura del mundo. “Lo que importa es que la estructura de nuestros respectivos mundos es lo suficientemente semejante para que pueda fiarme de la información que él me da. Y solo en este sentido es como tenemos un lenguaje común” (Ibid).

Aun así, esta propuesta, expuesta principalmente por Schlick, fue acusada de conducir a un “solipsismo múltiple” (ver Ayer, 1959). “La facción mas radical, encabezada por Neurath y Carnap, no tendría ninguno de estos lapsus “metafísicos” y prefería asegurar la objetividad de la ciencia aun a costa de abandonar su base supuestamente sensible” (Urmson, 1994).

Aquí vendría en auxilio el fisicalismo, formulado por Neurath y aceptado finalmente por Carnap. El fisicalismo estaba expresado en términos de “enunciados observacionales, que serían la base de cada uno de las ciencias positivas” (Echeverría, 1989). Así, vía la tesis del fisicalismo, se reformuló el homomorfismo ya mencionado en el sentido de que “todas las ciencias dependen, en última instancia, de protocolos expresados en términos de objetos y procesos físicos, y que por tanto, todos los enunciados empíricos pueden ser expresados en el lenguaje de la física” (Urmson, 1994). Así el homomorfismo queda reformulado en términos de una correspondencia entre las proposiciones protocolares[10] y los enunciados observacionales. Este fue el punto de partida para una cruzada a favor de la unidad de la ciencia basada en el lenguaje lógico del Círculo de Viena.

Lo que siguió fue un distanciamiento del fisicalismo del empirismo, o como dice Padrón: “En esencia, se abandonó el «empirismo ingenuo» implícito en las tesis iniciales; se reajustó el concepto de «reglas de correspondencia» entre los planos teórico y observacional” Padrón, 1992). Con todo, el distanciamiento iniciado fue ampliado por Neurath y Carnap, “al proponer que se prescindiese de la teoría de la verdad como correspondencia” (Urmson, 1994)[11].

El asunto de la teoría de la verdad también recibiría sus críticas en virtud de la debilidades inherentes al llamado principio de verificación. Con este asunto termina la próxima parte, alcanzándose así un cierre completo en los argumentos aquí esbozados.

3. La evolución de la tesis del criterio de demarcación y sus dificultades

3.1. Elementos principales

Bajo este criterio es que se notan con mayor facilidad la evolución de la tesis del principio de verificabilidad en el pensamiento de Carnap. Según se ha mostrado “las tesis de Carnap fueron evolucionando, desde sus posiciones verificacionistas iniciales hacia una confirmación progresiva, e incluso de un grado de confirmación de los enunciados empíricos. En 1936 ya admitía la confirmabilidad como criterio, y a partir de 1949 va a desarrollar su teoría del grado de confirmación, que enlazará el empirismo inicial del Círculo de Viena con la lógica probabilitaria” (Echeverría, 1989).

Veamos en un bosquejo la evolución del criterio de demarcación:

1929-1936: El principio o criterio de verificabilidad

1936-1948: El criterio de confirmabilidad

1949: El criterio del grado de confirmación

A continuación vamos a estudiar brevemente esta evolución.

Intentaremos mostrar como el criterio o principio de verificabilidad experimentó cambios en su debido contexto. Resumiendo, el Círculo de Viena propone:

§ Un criterio epistemológico de significatividad. Una proposición solo tiene significado si, en principio, puede ser verdadera o falsa; y ello es posible en virtud de las reglas de la lógica (como en la matemática pero que no se refiere a la realidad) o través de la experiencia sensible (como en la física y que se refiere a la realidad). En este último caso, una proposición fáctica tiene significado si la experiencia sensible basta para decidir su verdad. Esto era un criterio de significatividad empírica.

§ Un isomorfismo[12] entre el criterio se significado y el método de verificación. Es obvio que si una proposición solo puede ser verificada por la experiencia entonces lo que está envuelto es una “simple identificación del significado y el método de verificación” (Urmson, 1989)[13]. A esto también se le llama principio de verificabilidad, el cual exigía que dicha verificación fuese completa y por medio de la observación.

Nótese que la “regla de correspondencia” entre el plano teórico y el plano observacional quedaba expresada en el homomorfismo lógico ya mencionado; pero éste, se sustentaba a su vez en el isomorfismo lógico (Véase la nota 7), de lo cual es trivial observar que el primero se sustentaba o mantenía en pie en virtud del segundo. Estos “morfismos” constituían los elementos esencia del positivismo lógico; eran su virtud y su tragedia.

La primera dificultad:

Relacionada con la significatividad empíricas de los enunciados analíticos: El criterio de epistemológico de significatividad tuvo que excluir de su ámbito de definición a los enunciados analíticos por las siguientes razones: “Al depender dicho criterio de las propiedades del condicional lógico, hubo que matizarlo, dado que toda proposición analítica sería inferible a partir de un conjunto finito de oraciones cualesquiera; y asimismo oraciones observacionales contradictorias entre sí nos permitirían inferir correctamente cualquier proposición, que de esta manera tendría significación empírica” (Urmson, 1989). En otras palabras, “las expresiones y fórmulas de la lógica y de las matemáticas no han de verificarse por ser analíticas” (Urmson, 1989).

La segunda dificultad:

Relacionada con el asunto de la inducción y la paradoja del positivismo lógico. A pesar de la restricción del criterio empirista de significado justo ya mencionado, tal criterio “seguía presentando problemas El principal de ellos estribaba en que los enunciados universales en general [como los de la filosofía misma], y mas concretamente las leyes científicas, quedaban excluidos del edificio de la ciencia” (Urmson, 1989). En otras palabras: “Si todas las proposiciones formales pertenecen a la lógica, y todas las proposiciones fácticas, en un sentido amplio, a las ciencias empíricas, no es fácil encontrar asilo para las proposiciones de la filosofía, incluido, desde luego, el principio de verificación mismo. Wittgenstein, al enfrentarse con esta dificultad, estaba dispuesto a denunciar incluso que sus propios argumentos para este fin eran «sin sentido», aunque tenían un carácter importante y aclaratorio. No queriendo aceptar tal paradoja, el positivismo lógico estaba dispuesto a garantizar la legitimidad del análisis, que se convierte así en el deber total de los filósofos. La filosofía no es una teoría, sino una actividad—la clarificación lógica de los conceptos, proposiciones y teorías propias de la ciencia empírica. El principio de verificación era interpretado de manera similar como una definición, receta o criterio del significado, y no como una afirmación que pudiera ser verdadera o falsa” (Urmson, 1989).

De acuerdo con Carnap, “el análisis lógico pronuncia, pues, el veredicto sobre la carencia de sentido de todo presunto conocimiento que pretenda ir por encima a por detrás de la experiencia. Ese veredicto alcanza ante todo a toda metafísica especulativa….Vale además ese juicio para toda filosofía de los valores y de las normas, para toda ética y estética como disciplina normativa. Porque la validez objetiva de un valor o de una norma no se puede verificar ni deducir de proposiciones empíricas; no se puede, por lo tanto, enunciar o formular en absoluto (en una proposición que tenga sentido) aun según la manera de ver de los filósofos de los valores….Finalmente, el veredicto alcanza también a aquellas tendencias metafísicas que desacertadamente se suelen designar como movimientos epistemológicos, a saber, realismo (en cuanto pretende decir algo más que el resultado empírico de que los procesos muestran una cierta regularidad, que hace posible el empleo del método inductivo) y sus contrarios: el idealismo, el solipsismo, el fenomenalismo y el positivismo (en el sentido primitivo)” (Carnap, 1931).

Este asunto, resumiendo, del criterio de significatividad no solo destruía a la metafísica (y ciertos “ismos”), sino que además la paradoja que surgió debilitaba ostensiblemente a la filosofía[14] misma, la cual, según los positivistas lógicos, si “ha de constituir una rama genuina del conocimiento, tiene que emanciparse de [sus contenidos metafísicos]” (Ayer, 1959). Y peor aun, dejaba sin efecto al principio de verificabilidad, el cual, en si mismo ya tenía problemas como en breve veremos.

La tercera dificultad

Relacionada con el principio de verificabilidad o criterio de demarcación

En esta parte veremos las dificultades del principio de verificabilidad que indujo a los positivistas lógicos a debilitar su rigidez y moldearlo al punto que llegase a requerir de una “una proposición [que] sea capaz de ser en algún grado confirmada o refutada por la experiencia” (Ayer, 1959).

Dado el isomorfismo entre la significatividad empírica y el principio de verificabilidad, éste último adolecía de las mismas limitaciones del primero. Es decir, “este criterio se reveló excesivamente estricto: no es posible inferir los enunciados generales a partir de los atómicos. Y desde el punto de vista de la metodología de la ciencia, las leyes científicas, que son proposiciones cuantificadas universalmente, constituyen componentes fundamentales en una teoría científica” (Echeverría, 1989).

Debido a esta dificultad, debilitaron la “verificación” hasta convertirla en cierta clase de “confirmación”. Con ello se estaba admitiendo era que: aun cuando tales leyes no podían ser verificadas directamente “lo que si puede hacerse es extraer las consecuencias lógicas concretas de una ley o teoría y comprobar que, efectivamente, la experiencia ratifica dicho resultados” (Ibíd.). Las negritas son nuestras.

Pero debe precisarse que este procedimiento, entre otras cosas, es importante para el asunto de las predicciones científicas. Es decir, cuando una predicción teórica ocurre en la realidad[15], “no puede decirse que la teoría haya quedado totalmente verificada, pero si tiene lugar una confirmación objetiva de dicha teoría” (Echeverría, 1989).

Lo peor era lo evidente: “Una objeción obvia contra el principio de verificación, de la que pronto se apercibieron los adversarios de los positivistas, es que el principio no es verificable en por si mismo” (Ayer, 1959). Aparte de ello, el principio de verificabilidad ni en su forma original ni en su versión “mitigada” de grado de confirmación o apoyo “nunca ha sido formalizado adecuadamente” (Ibid).

Ayer criticaba el convencionalismo del Círculo de Viena en cuanto al uso del principio de verificación como una definición o receta. Lo que estaba detrás de tal convencionalismo era la voluntad de ignorar sus dificultades (Ibid).

Mientras el Círculo de Viena oscilaba entre la verificación y la simple confirmación surgieron objeciones provenientes “de los defensores de otro tipo de teorías sobre la verdad científica, como la teoría de la coherencia o la concepción pragmática de la verdad”. El punto crucial era que la “cuestión de la verificación y la confirmación, por otra parte, está ligada a un tema fundamental para la filosofía: la teoría de la verdad” (Echeverría, 1989). La objeción básica consistía en lo siguiente. Aunque el positivismo lógico había despojado a la formulación original de Aristóteles de sus contenidos ontológicos y metafísicos, y los reemplazó por el dato sensible, de todos modos, “desde el punto de vista de la concepción de la verdad, siguió adherido al criterio clásico de la adequatio o correspondencia entre proposiciones y hechos” (Ibid, 1989).

De esta manera se producía la ruptura, o al menos el cuestionamiento, del isomorfismo entre la significatividad empírica y el principio de verificabilidad.

3.2. El criterio de confirmabilidad y el de grado de confirmación

Siguiendo a Echeverría (1989) vamos esquematizar los principales rasgos de este criterio.

§ La confirmación de un enunciado, según Carnap, es estrictamente lógica: los datos observacionales han de ser confrontados lógicamente con las consecuencias que se derivan de una determinada ley o teoría.

§ Si en un momento dado disponemos de una serie de datos, obtenidos por observación, y de una serie de hipótesis explicativas de esos datos, hemos de determinar la probabilidad de cada una de las hipótesis con respecto a las observaciones con que se cuenta en un momento dado.

§ La comparación entre las probabilidades respectivas, que definen el grado de confirmación de cada hipótesis, nos permite elegir como hipótesis confirmada aquella que, para unos determinados datos observados, posee mayor grado de probabilidad.

§ Surge así el concepto de grado de confirmación de un enunciado científico, que conlleva la previa cuantificación de la noción de confirmación: lo cual es posible apelando a la teoría de la probabilidad.

§ Una hipótesis posee una probabilidad inductiva, que va aumentando o disminuyendo según las nuevas observaciones confirmen o no dicha hipótesis. El valor de una hipótesis va ligado al mayor o menor número de datos empíricos conformes a dicha hipótesis.

A fin de completar este panorama, la del corrimiento hacia la probabilidad empírica de las proposiciones, recurriremos a Echeverría de nuevo: “Una de las distinciones que, en etapas ulteriores, fue generalmente aceptada por los miembros del Círculo es la que diferencia verificación y verificabilidad. Una proposición es verificable cuando, al menos en principio, es posible llevar a cabo experimentos y observaciones empíricas concordes con lo dicho en la proposición. En cada momento, no todas las proposiciones empíricas han sido efectivamente verificadas, pero sí lo han sido algunas, y las demás son verificables en principio. Esta corrección, muy importante, matizaba el criterio de cientificidad inicial. Schlick habló de una comprobabilidad en principio, mientras que Carnap prefería el término de verificabilidad en principio. Asimismo Ayer[16] introdujo otro matiz, al distinguir entre verificabilidad en sentido fuerte, cuando una proposición puede quedar establecida concluyentemente por medio de la experiencia, y verificabilidad en sentido débil, cuando la experiencia sólo permite determinar que esa proposición es probable en un grado lo suficientemente elevado. Surge así un nuevo concepto de verificación, cuyos orígenes están en Reichenbach y en el propio Carnap: el probabilístico, ligado a las investigaciones que se llevaron a cabo en esa época sobre lógica inductiva y lógica probabilitaria” (Ibid). Las negritas son nuestras.

Conclusión. “Consiguientemente, el científico admite unas u otras hipótesis en función del aumento de su grado de confirmación. Hay una lógica inductiva, de base netamente probabilista, subyacente a las teorías empíricas. Lejos ya del criterio wittgensteiniano de la verificación concluyente, por vía deductiva a partir de unas proposiciones elementales cuya verdad ha sido sólidamente establecida por la vía de la observación. En los últimos desarrollos del Círculo de Viena se acaba apelando a una lógica inductiva, que a su vez Carnap intentó axiomatizar en forma de cálculo lógico. En la obra ya mencionada de Rivadulla pueden seguirse las sucesivas tentativas de Carnap en este sentido”. (Echeverría, 1989). Las negritas son nuestras.

Nótese que, la introducción de la noción de un grado probabilístico de una determinada hipótesis disuelve tanto el homomorfismo como el isomorfismo lógico[17].

Finamente, de acuerdo con Echeverría:

§ El empirismo lógico acabó confluyendo en una afirmación de la inducción como el método principal de las ciencias empíricas.

§ La lógica inductiva permitiría fundamentar el criterio de significación empírica, inicialmente basado en la verificabilidad observacional, y finalmente en el grado probabilístico de confirmación de una determinada hipótesis.

§ Entretanto, y desde otras posturas, se hacían críticas de principio a las tesis del Círculo de Viena y de sus epígonos. Así sucedió, en particular, con Popper, quien va a orientar la metodología científica en un sentido muy distinto.

BIBLIOGRAFÍA

Ayer, A. (1959): Logical Positivism. The Free Press, pp. 10-24
Bedford, E. (1994): Empirismo en Urmson, J. O: Enciclopedia concisa de Filosofía y Filósofos. Madrid, pp. 109-112.
Carnap, R. (1992): Autobiografía Intelectual. Buenos Aires. Piados, p. 29-73
Carnap, R. La superación de la metafísica por medio del análisis lógico del lenguaje en Erkenntnnis, 2, pp. 219-241.
Damiani, L. (1997): Epistemología y Ciencia en la Modernidad. Universidad Central de Venezuela.
Echeverría, J. El círculo de Viena en Introducción a la Metodología de la Ciencia. Barcanova, pp. 6-21.
Padrón, J. (1992): Interpretaciones históricas acerca del conocimiento científico en Aspectos Diferenciales de la Investigación Educativa. Univ. Simón Rodríguez. Caracas.
Urmson, J. O. (1994): Positivismo Lógico en Enciclopedia concisa de Filosofía y Filósofos. Madrid, pp. 318-324.

NOTAS

[0] Reporte realizado como parte de las actividades de la Unidad II del Seminario de Epistemología I del Programa de Doctorado en Ciencias Humanas de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia. Noviembre, 2002
[1] Toma el nombre de positivismo debido a la clasificación dada por A. Comte quien afirmó que la humanidad ha experimentado tres etapas en lo que concierne a su entendimiento del mundo: la mítica, la metafísica-teológica, y la positiva o saber científico.
[2] “Al comenzar el siglo XX, el existencialismo añade aún mas fuerza al pensamiento metafísico, ambiguo e incontrolado” (Padrón, 1992).
[3] “el sistema de conceptos estaba construidos sobre una base fenomenalista, cuyos elementos básicos…eran las experiencias…La motivación principal de mi elección de una base fenomenalista era la intención de representar no sólo las relaciones lógicas, sino también las relaciones epistemológicas igualmente importantes” (Carnap, 1992).
[4] Wittgenstein estableció “una dependencia lógica entre los enunciados científicos y las proposiciones elementales (cuyo equivalente en el Círculo de Viena son las protocolares): La proposición es una función de verdad de la proposición elemental”(Echeverría, 1989).
[5] Referido al principio de Ockham de no multiplicar los entes mas allá de lo estrictamente necesario.
[6] “Las leyes científicas y, en general, los enunciados utilizados por los científicos, surgirían a partir de proposiciones protocolares por vía inductiva” (Echeverría, 1989).
[7] “Los verificacionistas juzgan que la expresión “carente de significado” debe interpretarse como “fácticamente insignificante”, sin valor de verdad, ininteligible” (Damiani)
[8] Creemos que es pertinente el uso de este término aquí. Nótese que los griegos usaban la palabra homoioma para referirse a algo para referirse que era semejante, pero no igual. De aquí que es posible decir, en nuestro contexto, que la correspondencia entre las proposiciones protocolares y el dato sensible es de carácter homomórfico. En este caso podemos hablar de un “homomorfismo lógico”.
[9] En sus inicios, en el Círculo de Viena “prevaleció el modo de pensar que esas proposiciones se referían a las experiencias internas o externas del sujeto. Este punto de vista se adoptó porque parecía seguirse de la adecuación del sentido de una proposición con el método de su verificación. Porque, en última instancia, una proposición es verificada por medio de alguna experiencia que alguien tiene” (Ayer, 1959). Esto, como veremos mas adelante, también trajo sus propios problemas.
[10] Pero “las proposiciones protocolares requieren verificación, y están regidas por el criterio empirista de significado” (Echeverría, 1989). Esto será ampliado mas adelante.
[11] “El paralelismo entre lenguaje y hecho es un rasgo esencial, aunque sospechosamente metafísico de la teoría de significado de Wittgenstein, puesto que, según el mismo mostró, la relación extralinguística que involucra es inexpresable dentro de los recursos del lenguaje” (Urmson, 1994).
[12] En el idioma griego se usa la palabra isos para referirse cuando una cosa es igual a la otra. De aquí que, al identificar el criterio de significatividad con el principio de verificación, lo que estamos es hablando de un isomorfismo. Este caso podría decirse que es un isomorfismo lógico en el sentido del Círculo de Viena.
[13] Este es “el famoso lema de que el sentido de una proposición consiste en su método de verificación” (Ayer, 1959).
[14] “No queriendo aceptar tal paradoja, el positivismo lógico estaba dispuesto a garantizar la legitimidad del análisis, que se convierte en el deber total de los filósofos. La filosofía no es una teoría, sino una actividad…El principio de verificación era interpretado de manera similar como una definición, receta o criterio del significado, y no como una afirmación que pudiera ser verdadera o falsa” (Urmson, 1994).
[15] Como por ejemplo, cuando la observación astronómica mostró la existencia de Plutón predicho por la mecánica celeste de Newton, o la desviación de la luz de las estrellas por efectos de la gravitación del sol predicha por la relatividad de Einstein.
[16] Para las objeciones a la propuesta de Ayer véase J. O. Urmson, 1994.
[17] Por la sencilla razón que la correspondencia ya no es “uno a uno”.

Fuente: ideasapiens.blogsmedia.com