Unidades didácticas para materiales impresos

Contenido:

Guía didáctica. Unidades didácticas. Introducción y orientaciones para el estudio. Objetivos

Objetivo del curso:

Al finalizar la competencia describirá los fundamentos  de los unidades didacticas para la enseñanza a distancia y sus características.

Introducción

Existen básicamente tres tipos de materiales impresos para el estudio que vienen siendo los más habituales en instituciones de enseñanza a distancia:

  • Las unidades o textos de estudio,
  • Las guías didácticas y
  • Los cuadernos de evaluación a distancia.
  • Guías de carrera,
  • Addendas,
  • Folletos informativos.

Centraremos nuestra atención sólo en dos de ellos:

Guía didáctica

Es la unidad de apoyo cuando no se ha elaborado un material específico para la materia y se echa mano de textos comerciales.

Unidades didácticas

Es un conjunto integrado, organizado y secuencial de los elementos básicos que conforman el proceso de enseñanza-aprendizaje (motivación, relaciones con otros conocimientos, objetivos, contenidos, método y estrategias, actividades y evaluación) con sentido propio, unitario y completo que permite a los estudiantes, tras su estudio, apreciar el resultado de su trabajo.

Estas Unidades Didácticas o de estudio pueden relacionarse con la temporalización de la propia materia, haciéndolas coincidir, en cuanto a su extensión y/o dificultad, con unidades temporales tales como la semana, la quincena, el mes, trimestre, etc.

Pues bien, cuidando especialmente la coherencia entre cada uno de los elementos de la Unidad, como diseño o estructura general, secuencia, directrices propias de cada componente del proceso enseñanza-aprendizaje y matizando siempre esta propuesta en función de la índole de la disciplina, destreza profesional o campo del saber que ocupe a la materia que, en cada caso, poseerá su propia estructura interna de contenidos, ofrecemos nuestra aportación que es una de las diversas maneras en que pueda darse estructura a una unidad, tema o lección en un material impreso destinado al aprendizaje abierto a distancia.

Puestos ya a redactar una unidad didáctica o tema, lo primero que habrá de cuidarse es la selección del título, aspecto al que no suele darse importancia. Un título que invite a leer, que incite la curiosidad del estudiante es la primera llamada a la motivación. Una vez seleccionado el título, estos serían los apartados de la estructura que proponemos:

1. Introducción y orientaciones para el estudio

Apartado importante por cuanto de motivador y esclarecedor tiene. Si el «anuncio» del provecho que va a obtener el alumno al aprender lo que viene a continuación es acertado y estimulante, se habrá conseguido un buen porcentaje del objetivo pretendido. Especialmente esta introducción ha de ser clara y concisa, considerando estas cuestiones:

1.1. Utilidad de la Unidad

Resaltar el provecho e importancia de la Unidad en el conjunto de la materia y su relación con el mundo real, el trabajo futuro o su organización. El alumno debe quedar convencido de que el contenido de la Unidad hará su actividad o estudio presentes o futuros más fácil e interesante, de mayor calidad y más eficaz.
También su vida personal se verá enriquecida, lo que reportará índices positivos de satisfacción. Si son conscientes de estos beneficios que les reportará la formación, la motivación estará asegurada y consecuentemente el logro de los aprendizajes.

1.2. Credibilidad de la información

Resulta provechoso hacer creíble, sumamente contrastada y de actualidad la información que se va a facilitar, estableciendo las credenciales del autor o citando investigaciones, trabajos o publicaciones realizados en esta línea. Los estudiantes al enfrentarse con los materiales descubren que éstos ofrecen una información definitiva, autorizada y superior a la que ellos ya poseen, aunque los conceptos y terminología utilizados les sean familiares.

1.3. Detalles

Detalles que convengan para la mejor comprensión de la Unidad o para suscitar controversias de poca profundidad que provoquen en los alumnos la curiosidad, el asombro, la discrepancia, etc.

1.4. Concatenación de la Unidad con otras Unidades de la materia y con otros aprendizajes anteriores.

Se trata de señalar los aspectos didácticos que interrelacionen los contenidos con otras Unidades del programa. Explicar la relación o enlace de esta Unidad con aquellos conocimientos que previsiblemente los alumnos ya tienen, como garantía de un aprendizaje significativo en la línea de Ausubel. Se trata de facilitar organizadores que hagan el papel de puente entre la información ya poseída y la que se prepara en la Unidad que se trata de abordar, porque esos enlaces la mente los intenta buscar de todas formas y bueno será facilitárselos para ahorrar energía cognitiva.

Estas conexiones entre lo ya conocido y lo nuevo podrían lograrse mediante preguntas introductorias, que hagan mención a cuestiones de la vida diaria, de la naturaleza, de los medios de comunicación; refiriéndonos a los previsibles intereses y experiencias del grupo destinatario, a refranes, proverbios y dichos, etc.

También se pueden enumerar una serie de principios fundamentales a los que habrá de someterse el material nuevo que se va a ofrecer, o señalar las semejanzas y diferencias entre lo que se supone que ya saben los alumnos y lo que se pretende que aprendan.

El problema radica en que, al tratarse de alumnos a distancia, no disponemos de información sobre cuáles sean los dominios cognoscitivos de éstos, referidos al contenido de la Unidad en cuestión. Ello puede paliarse especificando con claridad qué contenidos sirven de base para el desarrollo del tema. De esta manera, los alumnos que conozcan esos contenidos o habilidades están en condiciones de acometer el estudio de la Unidad, los que no posean esas destrezas deberán repasar los conocimientos exigidos.

Para ayudar a los estudiantes a conocer cuál es su situación respecto al material de estudio que se les presenta, podría sugerirse el plantearles algunas preguntas o test de diagnosis, dando instrucciones pertinentes según el número o tipo de cuestiones respondidas correcta o incorrectamente. El tutor podría tener aquí un importante papel orientador. En el caso de que la Unidad de estudio actual esté plenamente relacionada con la precedente o sus contenidos mantengan pleno grado de subordinación con ella, será conveniente recomendar al alumno que no inicie su estudio mientras no supere limpiamente los ejercicios de autocomprobación de la anterior.

1.5. Ayudas externas.

Apuntar los apoyos externos que se precisarán para el estudio de la Unidad (lecturas, mapas, diagramas, audiovisuales, informáticos, visitas, etc.)

1.6. Estructura de los contenidos.

Explicar brevemente el diseño y estructura que van a seguir los contenidos de estudio.

2. Objetivos

Los objetivos son la previsión inicial, las propuestas o metas valiosas que entendemos deseables para que alcancen los alumnos. Éstos estudiarán más motivados si conocen desde el principio lo que van a aprender y los conocimientos y destrezas que alcanzarán una vez asimilada la Unidad.

Conociendo los objetivos, los alumnos centrarán su atención en el logro de los mismos, considerando secundaria la información complementaria que no se dirija a la consecución esencial de éstos. Una acertada formulación de objetivos incrementa el aprendizaje de toda aquella información relacionada con su logro.

También para el propio profesor suponen una guía de cómo ha de orientar el desarrollo de los contenidos y actividades evitando desviaciones respecto a las líneas pretendidas. Por fin, los objetivos marcan el criterio de referencia para la evaluación de los aprendizajes.

Es muy importante que se formulen objetivos que contemplen ámbitos, destrezas y habilidades mentales diferentes, ya que no es lo mismo reconocer el tema de estudio, que comprenderlo, que explicarlo, aplicarlo, probarlo, etc. Por ello convendrá, por ejemplo siguiendo a Bloom, redactar, en función de las características del curso, objetivos de: conocimiento, comprensión, aplicación, análisis, síntesis, y evaluación. O, más sencillamente, objetivos de conocimientos, de competencias y de actitudes.

2.1 Esquema

Proponemos que en este apartado se recojan los contenidos e ideas clave de la Unidad que evitarán que el alumno se «pierda» entre la posterior abundante información que se le va a facilitar.
Este esquema posibilitará una visión estructurada, jerarquizada y secuencializada de conjunto, sucinta y precisa de toda la Unidad, antes de entrar en el detalle de cada apartado, concentrando el interés de los estudiantes sobre lo que interesa, lo nuclear, y desechando lo no pertinente, porque se tiende a recordar el núcleo de una información más que su contenido literal, la información fundamental más que la irrelevante (Mayer, 1982: 275).

Toda la organización de la Unidad debe quedar reflejada en el esquema de manera que la posterior información la irá encajando el estudiante en los apartados y subapartados correspondientes de la secuencia. El esquema es un medio de visualización de los conceptos y relaciones entre ellos (Novak y Gowin, 1988).

Puede presentarse en forma de mera secuencia de contenidos mediante la enumeración sucinta de los fundamentales conceptos, principios o procesos. También, y mejor, considerando la relación lógica entre los conceptos o la interdependecia de los diversos contenidos, por ejemplo: mediante cuadros sinópticos; sistema de numeración o división decimal; diagrama de flujo; mapa conceptual; red lógica o jerárquica; organizador previo… Ausubel (1978: 252) se refiere al organizador previo como: Material introductorio de ideas organizadas con un nivel de abstracción y generalidad superior al texto al que hace referencia y que servirán al estudiante de marco de referencia del mismo y de punto de conexión con otros conocimientos ya adquiridos.

2.2. Exposición

Este es el grueso de la Unidad. Se trata del desarrollo amplio de la Unidad con un carácter teórico-práctico. Ciertamente será en todas las partes en las que hemos concebido la estructura de la Unidad en las que deberán considerarse las indicaciones que vamos a ofrecer, pero de manera muy especial en la elaboración de esta parte sustancial.

Los redactores de este material didáctico habrán de esforzarse por escribir un texto que dé respuesta a los objetivos del curso y pueda ser leído sin graves complicaciones, comprendido y memorizado, es decir, que tenga un alto nivel de lecturabilidad. Pues bien, con el fin de elevar ese grado de lecturabilidad, se hacen las siguientes sugerencias:

2.2.1 Lenguaje

Considerando que el material a distancia debe hacer las funciones del libro convencional, más las del profesor que explica, aclara, motiva, etc., su estudio se debe seguir con cierta facilidad de manera que pueda ser comprendido sin problemas. Ha de reducirse en lo posible la capacidad cognitiva requerida al estudiante para procesar el texto.

Un vocabulario familiar, adecuado, de palabras y frases breves, directo, fluido, alejado de extranjerismos y de palabras incomprensibles, apropiado al nivel cultural, a los conocimientos poseídos y a los hábitos de lectura del previsible destinatario, permite leer más rápido, comprender y recordar mayor información.

No debe olvidarse, de todas formas, que el lenguaje ha de ser preciso y exacto huyendo de vocablos inútiles que nada añaden al concepto que se desea transmitir

Se debe dar preferencia a: las palabras cortas, concretas, llenas de sentido, familiares, utilizadas en su sentido habitual, indicadoras de acción, con significado constante -no polisémicas- y frases cortas, bien estructuradas y conectadas entre sí, portadoras de verbos de acción en voz activa y preferentemente en presente(Landry, 1985; Davis, 1990). Un concepto o término desconocido o malinterpretado puede hacer peligrar todos los subsiguientes aprendizajes.

Normalmente existen apartados del texto en los que se requiere, ampliar el léxico, introducir vocabulario o conceptos más novedosos o menos familiares a los estudiantes, propios de la jerga científica o técnica de la materia en cuestión.

Cuando sea preciso incluir nuevos términos previsiblemente poco conocidos por los destinatarios y cuya comprensión sea objetivo de aprendizaje -por ejemplo el vocabulario técnico-, hágase siempre de manera progresiva mediante sinónimos, antónimos, ejemplos o ejercicios prácticos y aportando la pertinente definición de los mismos en su primera aparición.

En sucesivos usos de ese nuevo término, se identificará mediante un signo que remitirá al glosario donde aparecerá una completa definición del mismo. No debe dudarse en definir nuevos términos que, aunque familiares para los autores del texto y para determinados estudiantes, no lo serán para otros.

No debemos olvidar recomendaciones elementales que si no se atienden pueden desvirtuar el esfuerzo de elaborar un buen material, reduciendo la comprensión del texto. Nos referimos a la exigencia de cuidar la correspondencia entre los accidentes gramaticales y partes de la oración (género, número, sujeto, verbo – tiempo y persona-, adjetivo, artículo, pronombre…).

2.2.2. Estructura interna del texto

La estructura o disposición de las ideas, orden en que son presentadas y relaciones entre ellas, habrá de mostrarse con una conveniente división y subdivisión de cada Unidad en cuantos apartados, porciones o ideas fundamentales sean necesarios, debido a que los alumnos no suelen asimilar de una sola vez grandes cantidades de información. La estructura lógica, ordenada, con alto grado de continuidad y consistencia facilita un aprendizaje eficaz.

Una estructura del texto perfectamente organizada, ayudará al estudiante a recordar con facilidad aquello que forma parte de la pretensión primera de los autores del material. La dificultad surge ante un conglomerado de oraciones que, aunque sintácticamente correctas y secuenciadas, se alejan de la consideración del texto como unidad lingüística. Unidad lingüística que se puede lograr con una estructura lineal o en forma de red en la que los nuevos conceptos se engarzan en la estructura de los conocimientos ya adquiridos.

La construcción de los aprendizajes generalmente se produce partiendo de los bloques de información que ya se poseen (principios, hechos, ideas, procedimientos, normas, etc.) y que actúan como cimientos de la obra. Es importante ayudar al alumno a descubrir sobre qué conocimientos anteriores se va a construir el nuevo. Si faltan esos apoyos los aprendizajes son más complicados porque lo mínimamente complejo habrá de apoyarse en lo más simple que, obviamente, habría de aprenderse antes.

Ha de facilitarse al estudiante la identificación de las más importantes proposiciones, así como de las secundarias con ellas relacionadas. Estas ideas fundamentales deben ser también destacadas en otras partes del material: en la introducción, a través de la formulación de los objetivos, en los esquemas, en los resúmenes, y en los glosarios. Por tanto, siempre que sea posible deberá evitarse al estudiante el esfuerzo cognitivo de tener que inferir la idea principal porque no está presente en el texto. Esta idea debe estar explícita y claramente identificable.

Los principios fundamentales del contenido que se desarrolla deben ser destacados claramente por encima de otros detalles secundarios o particulares.

Estos detalles secundarios, no esenciales aunque interesantes, pueden distraer la atención del alumno que conviene dirigirla a lo importante y esencial aunque sea menos interesante y no al contrario. Aunque la realidad es que una vez estudiado el texto, permanece muy poco de su estructura superficial en la mente (Johnston, 1989).

2.2.3. Señales

Veamos una serie de ejemplos de señales, alertas, toques de atención o facilitadores verbales o gráficos del aprendizaje:

  • Cuando al estudiante puede costarle identificar las ideas fundamentales, podrá ayudarse a través de llamadas o señales tales como: «Conviene destacar…», «Es muy importante…», «Recordemos especialmente…», «El problema es…», «La solución a esta cuestión…», «En resumen…».
  • Realces tipográficos (negrita, cursiva, subrayado…).
  • La presencia de ciertos elementos que homogeneizan los contenidos pueden clarificar la lectura, comprensión del texto y localización de estos elementos. Por ejemplo: presentar en cursiva las definiciones, con letra más pequeña los ejemplos…
  • Las señales que numeran u ordenan espacialmente las ideas ayudan a fijar esas ideas y a relacionarlas lógicamente: «En primer lugar…», «1º…», «a)…»,  «A continuación…», «Consecuentemente…»,  «Por otra parte…», «Después…»,»Finalmente…»
  • Las partículas o conectivas causales, que llamando la atención sobre lo que ya se ha explicado, inducen a una consecuencia lógica, tales como: «porque», «en consecuencia», «por tanto», «entonces», «luego», «debido a», «ya que».
  • Las conectivas adversativas que rompen las expectativas de solución creadas en el discurso anterior. Se trata de preparar al estudiante sobre lo inesperado. Por ejemplo: «pero», «por otro lado», «a pesar de ello», «en cambio», «mas», «sin embargo», «por contra».

Estas conexiones entre frases, facilitan el procesamiento de la información al reducir el tiempo de la incertidumbre o el esfuerzo que se precisaría para inferir relaciones coherentes entre las sentencias u ordenamientos lógicos de las ideas.

2.2.4. Epígrafes

El texto ha de estar cuidadosamente secuenciado y distribuido dejando claro cuándo comienza un tema o asunto, mediante la especificación de sus límites a través de epígrafes, encabezamientos, títulos, jerarquizaciones, etc., siempre coincidentes con el esquema u organizador previo presentado al principio de la Unidad.

Con estas distribuciones se reduce la capacidad cognitiva requerida para la localización de determinados contenidos y se ayuda a clarificar el texto que se presenta a continuación. Según las correspondientes investigaciones, los títulos, además de la facilitación para comprender textos, ofrecen pistas para el recuerdo y la localización en la memoria de los contenidos relevantes. Los títulos o encabezamientos dividen la materia en unidades de aprendizaje estableciendo relaciones entre los materiales de superior rango (epígrafe) y los a ellos subordinados (texto). Los resúmenes finales -ya se verá-, sin embargo, interrelacionan las proposiciones de superior rango o fundamentales.

2.2.5. Densidad y estilo

El tamaño de la letra impresa tiene su importancia, por lo que los caracteres muy pequeños no son recomendables. Igualmente se debe atender al adecuado interlineado o distancia entre líneas y párrafos. Han de ser obviados los párrafos, al igual que las frases, excesivamente largos, complicados, monolíticos y abstractos que llevan al desaliento.

Por otra parte un párrafo bien elaborado debería satisfacer expectativas parciales de los estudiantes y motivar para la lectura de los siguientes, a no ser que se trate de un párrafo concluyente que, en este caso, deberá cubrir las últimas expectativas porque ya nada vendrá después. Se deberá tender a mantener una moderada densidad en el texto. Aliviar la excesiva densidad del contenido no es difícil para el autor del texto.

Repeticiones, analogías, ejemplos y comparaciones ayudan a presentar las mismas ideas de forma diferente, ello siempre atendiendo a la preparación y experiencias previas del lector que podría rechazar el texto por monótono. Pero, incluso en estos textos poco densos, si están mal cohesionados entre sus partes, se crearán serias dificultades de lectura, comprensión y memorización (Henry y Kaye, 1985).

Esta cohesión debe mantenerse entre palabras, oraciones, párrafos, epígrafes, etc. Obsérvese que cuando se trata de medir los índices de lecturabilidad de un texto (Fernández Huerta, 1983: 412-412) se tienen en cuenta:

a) la facilidad lectora que considera la longitud de las palabras (número de sílabas por palabra) y la longitud de las frases (número de palabras por frase);

b)  el interés humano que se fija en el número de palabras y frases personales o que implican a las personas (nombres, pronombres, frases interrogativas, admirativas, etc.);
c) el nivel de concreción que estima el número de palabras definidas o concretas;
d)  densidad de ideas que valora el porcentaje de nombres y verbos y el de oraciones subordinadas.

Habrá de tenderse a un estilo alentador, personal y conversacional con el estudiante alejándose del aire habitualmente frío y distante de los textos convencionales, utilizando verbos en forma activa que los que tienen menos práctica los asimilan mejor que los que aparecen en la voz pasiva. Igualmente, verbos de acción fijan mejor los contenidos a aprender, así como las referencias personales. Pero llamamos la atención sobre el peligro de vulgarizar los contenidos y sacarlos de contexto con la finalidad de hacerlos más asequibles.

Las informaciones nuevas o relevantes podrían situarse al final de las frases, sin embargo, conviene usar frases básicas sobre el tema al principio del texto e incluso de cada párrafo (Mayer, 1982), porque son muchos los lectores experimentados que acuden a esas ubicaciones para descubrir de qué va el tema y cuáles son sus fundamentales unidades de información.

Advertimos del peligro de que en ciertos niveles la «perfección absoluta» de los textos puede ahogar todo intento de actividad pensante y de confrontación intelectual que no sea la de comprender y recordar. Quizás este peligro real puede reducirse, si se aplican adecuadamente las recomendaciones que se sugieren seguidamente.

2.2.6. Interrogaciones, ejercicios y aplicaciones

El peligro de los textos que pudieran considerarse como «perfectamente acabados» y excesivamente pulidos al que aludíamos antes queda subsanado mediante frecuentes preguntas que crearán expectativas o que exigirán dar respuesta a la información ofrecida y practicar las destrezas que se enseñan. De esta manera el estudiante será más protagonista de su aprendizaje al verse obligado a procesar activamente y de manera organizada la información, que es la mejor forma de aprenderla. Ideas presentadas en el texto sin acabar, pueden exigir al alumno un esfuerzo de respuesta que redondea el aprendizaje del concepto completo en cuestión (Rothkopf, 1982).

Es esta la base de los textos interactivos que piden al estudiante una respuesta que suponga: analizar, resumir, anticipar, relacionar, inferir, revisar, tomar notas, visualizar, hacer tablas o resúmenes, etc. Las preguntas, además, pueden versar sobre las ideas subordinadas y no sólo principales, porque cuantas más cuestiones se plantean sobre estas ideas secundarias, mayor es el recuerdo de las fundamentales.

De una fórmula matemática, por ejemplo, no nos interesa sólo cómo se ha extraído sino también y sobre todo, cómo se aplica a la realidad y en qué circunstancias y cómo los datos que la realidad proporciona pueden sustituir a las variables contempladas en la fórmula. De contenidos dentro de las ciencias humanas, interesará que el alumno extraiga conclusiones y adopte decisiones en torno a casos reales presentados en el material.

Todos estos ejercicios, sobre los que volveremos, al referirnos a las actividades, deben contar con las soluciones o aclaraciones pertinentes en el propio material, sea de forma contigua, o al final de la Unidad.

2.2.7. Refuerzos

Junto a los contenidos informativos habrá de cuidarse el intercalar refuerzos motivadores a lo largo del texto, con el fin de mantener vivo el interés del alumno, sobre todo en las partes más densas y complejas de la explicación que lleven a la satisfacción personal por el logro. Habrá de darse la adecuada solución o respuesta a los ejercicios y preguntas formulados.

2.2.8. Ejemplos

Los ejemplos son referencias obligadas a objetos, situaciones o descripciones reales que clarifican las ideas y conceptos que tratan de explicarse y facilitan la transferencia de los aprendizajes. En muchos casos sólo se asimila esa idea, si se hace a través del ejemplo. La selección de estos ejemplos ha de ser muy cuidadosa, de manera que sean interesantes y estimuladores de la imaginación y, obviamente, aclaratorios de la idea en cuestión. Que tengan que ver con el contexto del alumno, con la vida real, con situaciones laborales cercanas a los estudiantes.

2.2.9. Organizadores internos

Igualmente, con el fin de guiar a los alumnos a través del estudio de la Unidad, sobre todo si ésta es excesivamente amplia y peligra que el estudiante se «pierda» entre tanta información, es oportuno incluir una serie de organizadores internos, como: encabezamientos, recuadros, frases cortas que ubican al alumno en el contexto del tema; tablas que relacionen unos apartados con otros; diagramas del tema donde se resalta lo que se estudió o lo que se va a acometer; resúmenes que proporcionen una síntesis conceptuales de lo expuesto con el fin de facilitar la recopilación de los contenidos fundamentales, sin perjuicio del que se aconseja como final de la Unidad. Igualmente interesante puede ser presentar al principio del texto o pasaje una serie de juicios de síntesis de lo que se va a exponer.

2.2.10. Tipografía y realces

Los elementos tipográficos son muy importantes. Deberán realzarse y distinguirse de manera adecuada los títulos, las ideas clave y los términos más importantes (tamaño y grosor de letra, mayúsculas, negrilla, cursiva, subrayado, color, recuadros, sombreados o tramas, etc.), con el fin de llamar la atención. La letra menuda dificulta la fijación en ella, al igual que el interlineado reducido, que junta en exceso las líneas, apelmazando el texto en exceso. Téngase en cuenta que la letra de cuerpo más grande, aunque no sea precisa para leer, en textos narrativos, sí es recomendable para estudiar.

Las notas al margen o en recuadros son beneficiosas para destacar determinados aspectos. Se debe dejar suficiente espacio en blanco en cada hoja para romper la densidad del texto. Un formato de texto cuidado conforma un elemento básico de este tipo de material. Los símbolos que acompañan al texto -que podrían incluirse en el apartado de señales antes abordado- pueden ayudar al estudiante a identificar elementos o a destacar contenidos. Estas sugerencias simbólicas (interrogaciones, manos, dianas, lapiceros, flechas…) u otras provocan una gran variedad de reacciones ante el texto que inciden positivamente en un aprendizaje activo (Kamau, 1988: 259).

2.2.11. Ilustraciones

Las ilustraciones dentro del texto (gráficos, esquemas anatómicos, lógicos o topológicos, cuadros estadísticos, redes, organigramas, mapas, dibujos, fotografías…) con su correspondiente pie explicativo o identificativo, han de ser claras, atractivas, llamativas, estéticas y fáciles de entender. Rompen la monotonía, estimulan al lector y añaden información valiosa, pero deben formar una estrecha unidad con el texto y evitar las que tengan un aire meramente decorativo.

Los esquemas y los gráficos son quizás las ilustraciones más utilizadas en buenos textos de enseñanza a distancia. Igualmente son bastante utilizados los diagramas mixtos que combinan texto y representaciones gráficas. Las ilustraciones atraen la atención de los estudiantes y despiertan la motivación para aprender, facilitan la comprensión y mejoran la memorización del contenido. Mediante ellas (Hartley, 1978: 43):

  • Podemos explicar abstracciones, procesos, funcionamiento de mecanismos, recorridos (mejor mediante gráficos o esquemas);
  • podemos dar idea visual de cómo es aquello a lo que nos estamos refiriendo (mediante la fotografía o el dibujo);
  • podemos llevar a conceptos espaciales (posición, tamaño relativo, etc.) o a ideas que deben considerarse simultáneamente.

Estas ilustraciones, que han de ser explicativas, deben guardar relación con las ideas fuerza del texto con el fin de dirigir la atención de los estudiantes a los aspectos relevantes. En el texto debe guiarse al lector para que capte la totalidad de la ilustración, no sólo en su globalidad, sino en los detalles de importancia, sobre todo cuando se trata de complejos gráficos que si no son explicados perderán su virtualidad.

La ubicación de las ilustraciones que pretenden destacar una idea principal, debe ser la inmediata a la primera aparición del texto que a ella haga referencia (Levie y Lentz, 1982). También es recomendable numerarlas con el fin de que la referencia a ellas no lleve a equívocos y faciliten su localización.

Las ilustraciones superan a la información verbal al poder presentar simultáneamente muchos elementos o items mientras que la información verbal ha de ser necesariamente secuencial (Cohen, 1982: 54), aunque texto e imagen han de ser complementarios, dado que cada uno de ellos tiene sus ventajas y también inconvenientes. Como siempre, las ilustraciones estarán en función del contenido de que se trate.

2.3. Resumen

Los resúmenes facilitan la comprensión del texto y ofrecen pistas a la memoria para el recuerdo de los esquemas cognitivos que conforma el material relevante de una información. Con el resumen o sumario se pretende unificar sintéticamente todo lo estudiado, pero redactándolo, preferentemente, de otra forma y reduciéndolo a las afirmaciones esenciales, sustantivas o puntos clave de la Unidad, obviando las ideas sin importancia y las redundancias, aunque éstas sean referidas a unidades de información relevantes pero ya expuestas.

Las listas o relaciones de palabras o acciones específicas deben sustituirse por categorías más amplias y generales. Se trata de hacer posible que los alumnos no olviden las ideas fundamentales teóricas y prácticas que han estudiado pero enlazándolas, articulándolas unas con otras a través de oraciones subordinadas y no como conglomerado inconexo de datos o elementos.

Mientras en los epígrafes o encabezamientos la unidad principal de información (epígrafe) se enlazaba con la información subordinada (texto), en los resúmenes se trata de relacionar toda la información fundamental, prescindiendo de la secundaria. Se debe organizar este resumen teniendo en cuenta el esquema u organizador previo ofrecido al principio de la Unidad. Es como si se redactaran de forma coherente los titulares, subtítulos e información destacada de entrada de las noticias de un periódico.

Puede resultar de interés dejar estos resúmenes abiertos, con el fin de que los estudiantes los completen con sus propias formulaciones según sus experiencias, intereses y necesidades. Existen investigaciones que confirman que a través del estudio de sólo los resúmenes de los distintos temas el estudiante puede llegar a recordar mejor las ideas fundamentales que estudiando los propios temas sin resúmenes.

2.4. Bibliografía de la unidad

Amén de las referencias bibliográficas que hayan aparecido en el desarrollo del tema, podemos ofrecer una bibliografía especificada con el objeto de ensanchar el horizonte de aprendizaje del alumno. Más recomendable aún será una bibliografía comentada, en la que se mencionen brevemente los contenidos del libro o artículo en cuestión.

2.5. Actividades

Las actividades, ejercicios o supuestos prácticos deben estar bien planificados para que el alumno no se limite a memorizar y aplique constantemente los conocimientos convirtiéndolos en algo operativo y dinámico. Mediante las actividades se puede:

  • guiar y organizar el aprendizaje.
  • ejercitar, afianzar y consolidar lo aprendido.
  • repasar los aspectos destacados de la Unidad, controlando el propio aprender.
  • asimilar nuevas ideas integrándolas con lo ya aprendido.
  • favorecer la síntesis interdisciplinar.
  • aplicar los conocimientos a la realidad.
  • generalizar y transferir lo aprendido a otras situaciones.
  • sintetizar, analizar o comparar los componentes de la Unidad.
  • leer la realidad y entenderla en profundidad, críticamente.
  • buscar creativamente nuevas respuestas interpretativas, etc.
  • motivar el aprendizaje.

Las actividades o ejercicios deben ir intercaladas dentro del texto en función de lo explicado en párrafos anteriores, y/o en el lugar que en este apartado se especifica. Las actividades intercaladas en el texto, necesariamente breves, suponen una autoevaluación constante del aprendizaje. Resultan interesantes las intercaladas que exigen del estudiante que genere conclusiones, diagramas o mapas conceptuales de la estructura de lo estudiado.

Estos trabajos al ejercer la función de organizador del aprendizaje pueden solicitar del estudiante la relación -semejanzas o contrastes- entre lo nuevo y los conocimientos anteriores. Las actividades finales pueden y, en algunos casos, deben hacer referencia a más de una unidad o tema con el fin de obligar al estudiante a la siempre necesaria interrelación de los contenidos.

2.6. Glosario

Con el fin de disparar la memoria o de hacer un rápido repaso, se trata de definir los términos fundamentales y nuevos que han aparecido a lo largo de la Unidad.

Deberán aparecer todos aquellos que se prevea pueden ser nuevos para determinados alumnos aunque, obviamente, no lo serán para el autor del material y, previsiblemente, para otros alumnos con mayor preparación sobre el particular.

Se recomienda identificar con un símbolo (una flecha, por ejemplo) dentro del texto aquellos vocablos o conceptos que son motivo de definición en el glosario.

Puede optarse por ubicar este apartado, reuniendo todos los glosarios de cada Unidad por orden alfabético, en las páginas finales del curso, como glosario general. Esta última alternativa nos parece más apropiada.

2.7. Ejercicios de autocomprobación

Puede ser conveniente agregar a esta estructura de unidad didáctica un pretest ubicado materialmente a continuación del esquema de la unidad, con el fin de que el alumno se cerciore de lo que sabe de ese tema, con el fin de que así pueda descubrir los beneficios que podrá obtener si escasean sus conocimientos sobre la cuestión. Si se redactaron estas cuestiones previas al estudio, ahora, con los ejercicios de autocomprobación caerá en la cuenta de que aquello que no sabía al principio ya lo tiene asimilado.

Estos ejercicios son instrumentos de inmediata autoevaluación que pretenden facilitar al alumno la posibilidad de comprobar por sí mismo el dominio de la Unidad, el progreso y la calidad de su aprendizaje, fallos que han de superarse, lagunas que habrán de cubrirse, etc. La retroalimentación y el refuerzo que ella supone se hacen más precisos cuanto más alejado se está del profesor. El alumno ha de tener la garantía, si contesta adecuadamente, de que ha estudiado la Unidad con la profundidad requerida.

Estas cuestiones fijan la atención del sujeto sobre aquel material que se recoge en ellas, por lo que será aconsejable formular aquellas que recojan los objetivos propuestos e inviten a focalizar la atención y aumentar el tiempo de inspección de las partes relevantes del texto. Habrá de cuidarse la formulación de estas cuestiones, alejándose de parafrasear los epígrafes poniéndolos entre interrogación. Las cuestiones deben despertar en el alumno el interés por realizar una lectura activa del material, buscando la comprensión y no la mera memorización del texto.

Estos ejercicios podrían también ubicarse a lo largo de la unidad, cada cinco o seis páginas de texto, con el fin de facilitar al alumno controles breves y frecuentes con el fin de que se vaya cerciorando de los avances producidos.

Las cuestiones que se planteen deben estar centradas en aspectos sustanciales de la Unidad. El tipo de prueba será el que mejor se adecue a la índole de la materia, aunque son aconsejables preguntas tipo «prueba objetiva» de alternativa múltiple en número suficiente, con el fin de determinar que la Unidad en sus contenidos básicos -objetivos obligatorios- está o no globalmente aprendida.

Se debe procurar que no sea fácil la copia literal mediante cuestiones que se distancien de los epígrafes del material. Aunque habrá que motivar al alumno para que no se «copie» de páginas atrás como garantía del conocimiento de su propio progreso. De todas formas, pueden plantearse cuestiones en las que sea necesario consultar el material para su resolución.

2.8. Soluciones a los ejercicios de autocomprobación

Soluciones comentadas a las respuestas. Se deben insertar las claves correctas que permitan al alumno comprobar sus aciertos y errores. Conviene aprovechar este apartado para explicar por qué era, en su caso, correcta la respuesta, con el fin de fijar firmemente esos contenidos.
Igualmente se pueden describir aquellas previsibles respuestas incorrectas, así como una breve explicación de por qué lo eran. En este caso se debe sugerir a los alumnos que vuelvan a repasar la parte pertinente del desarrollo de los contenidos.

2.9. Anexos

Incluir aquellos que sean imprescindibles, pertinentes y consistentes con respecto a los objetivos, contenidos y actividades propuestos, con el fin de facilitar la comprensión y complementación de la Unidad. Pueden incluirse en estos anexos: listas de comprobación, tablas, cuadros, documentos de referencia, diagramas, textos legales, lecturas complementarias, etc.

Fuente: Una propuesta de estructura de Unidad Didáctica y de Guía Didáctica Lorenzo García Aretio