Geografía regional

Introducción

Geografía regional, rama de la geografía que se dedica a comparar y contrastar las diferentes regiones de la Tierra, así como a estudiar sus características y analizar las relaciones entre ellas. Ello muestra la complejidad de la geografía. La región se puede definir como el conjunto de territorios con características similares y únicas que los diferencian de otras regiones. Los geógrafos emplean el concepto de región porque permite llevar a cabo estudios holísticos; en otras palabras, permite obtener una imagen global y apreciar la relación entre la población y el medio ambiente para la gestión de los recursos naturales en diferentes lugares. En consecuencia, durante un largo periodo de tiempo y en un abanico de tendencias, la geografía regional ha contribuido notablemente al desarrollo de la geografía.

Desarrollo histórico

Pocos son los geógrafos que en la actualidad se denominan a sí mismos geógrafos regionales, pero el concepto de región conserva una importante tradición en el seno de la geografía y, de hecho, ha revivido en los últimos años, tras un periodo de impopularidad en las décadas de 1960 y 1970. La configuración actual de la geografía regional se inició a finales del siglo XIX. En esa época, el papel de la geografía, como ciencia aplicada de la exploración y del descubrimiento, estaba en decadencia. La mayor parte de la superficie terrestre ya había sido cartografiada. Este hecho, unido a la reciente creación de los departamentos de geografía en una serie de universidades, hizo que los geógrafos tuvieran que buscar, de forma urgente, unas nuevas funciones. En particular, buscaban una base sobre la que establecer la geografía como una disciplina académica independiente para hacer frente a las numerosas críticas de geólogos, biólogos, sociólogos, historiadores y antropólogos. Para muchos geógrafos, la región, entendida como un medio para estudiar y sintetizar las relaciones entre el hombre y la naturaleza, proporcionaba el enfoque ‘geográfico’ distintivo que buscaban. Hacia la década de 1920, la geografía regional ya estaba asentada como disciplina de investigación y era impartida en la enseñanza de la geografía. Sin embargo, con anterioridad tuvo que resistir la oposición de la corriente determinista, que defendía que los factores ambientales locales, como el clima, el relieve y el tipo de suelo, determinaban la formación de la población y sus asentamientos.

El determinismo era particularmente popular en Estados Unidos, donde geógrafos como Ellen Semple y Ellsworth Huntington eran sus defensores más importantes. En la década de 1930 esta corriente se había desprestigiado, especialmente en Europa, debido en parte a la falta de rigor científico, pero también a la naturaleza racista de algunas de sus conclusiones. Semple, por ejemplo, al describir a los africanos hablaba de que éstos poseían “graves defectos raciales”, frente a los “enérgicos, prudentes y superiores” europeos nórdicos. El golpe de gracia del determinismo, como corriente respetable, se produjo cuando Adolf Hitler empleó sus conceptos para apoyar sus ideas de la superioridad racial.

No obstante, durante este periodo otros geógrafos británicos, franceses y alemanes desarrollaron la idea de región como un enfoque analítico. En Gran Bretaña, por ejemplo, Andrew Herbertson se concentró en la identificación de las regiones físicas. En su influyente trabajo sobre las principales regiones naturales del mundo, publicado en 1905, excluyó, en gran medida, a la población. No obstante, el geógrafo más influyente en la promoción de la idea de geografía regional fue, probablemente, Halford John Mackinder. Mantuvo, a finales del siglo XIX, que los avances en la geografía física habían superado a los de la geografía humana, y que el desarrollo de esta última sólo era posible en el contexto de la geomorfología y biogeografía. Pensaba que la mejor forma de lograrlo era mediante el estudio de las regiones y no por una aproximación global. “El tratamiento por regiones es una prueba de la lógica en la discusión geográfica, superior al tratamiento por tipos de fenómenos”, escribió en 1895 en su influyente artículo ‘La moderna geografía alemana y británica’.

Otros geógrafos que ejercieron gran influencia en el desarrollo del concepto de región fueron Paul Vidal de la Blache en Francia; H. J. Fleure en Gran Bretaña; y Carl Sauer en Estados Unidos. El trabajo, a inicios del siglo XX, de Vidal sobre las regiones de Francia, identificó una serie de genres de vie, o modos de vida, en regiones con características propias, o pays. En la segunda década del siglo (murió en 1918), Vidal de la Blache insistió en el papel de la sociedad para la superación de los obstáculos del medio físico. Así pues, los caracteres distintivos de una región concreta se caracterizan por rasgos físicos únicos y por prácticas económicas, religiosas, culturales y políticas que no se encuentran en otras regiones. La geografía regional, tal como se desarrolló a partir de la obra de Vidal de la Blache, se centraba en la síntesis de un complejo abanico de procesos geográficos, tanto físicos como humanos —incluidos procesos climáticos, geológicos, ecológicos, económicos, políticos y culturales.

H. J. Fleure, basándose en las ideas de Vidal de la Blache, también investigó, especialmente durante el periodo de entreguerras, sobre las regiones humanas. Se centró en lo que denominó la ‘experiencia vivida’ y enfatizó las relaciones, no sólo entre el hombre y el medio, sino también entre las diferentes poblaciones. Definió las regiones según los tipos de estructuras sociales, o comunidades, existentes en esas regiones.

Al desarrollar Carl Sauer el concepto de región, desde la década de 1920 en adelante, la importancia de la influencia del medio físico quedó aún más reducida. Sauer, que trabajó con sus alumnos en América del Norte y América del Sur, explicó, por ejemplo, que la frontera entre Estados Unidos y México no tenía justificación desde el punto de vista de la geografía física, al mismo tiempo que ejemplificó las profundas diferencias culturales entre los dos países, uno muy industrializado y otro fundamentalmente agrícola.

En Gran Bretaña, la geografía regional se desarrolló hasta mediados de la década de 1950, como sucedió en Estados Unidos; a partir de ese momento recibió una serie de críticas intelectuales que dieron lugar a su decadencia como rama con identidad propia de la geografía. Una nueva generación de geógrafos, que introdujeron métodos cuantitativos sistemáticos en esa década y en la de 1960, arguyó que la geografía regional de carácter holístico, dedicada principalmente a la descripción y muy poco a la explicación, estaba huérfana de análisis y de rigor científico, por lo que era necesario una corriente más sistemática. En concreto, estos geógrafos criticaban el énfasis que la geografía regional daba a la unicidad de cada región, una postura que impedía el desarrollo de teorías generales o de modelos. Así, se introdujeron métodos científicos de verificación de hipótesis para dar a la geografía una mayor respetabilidad científica.

De este modo, la validez del concepto de región como unidad autocontenida también se modificó. Se expuso que las regiones no podían ser ya consideradas como elementos independientes a los procesos de desarrollo económico nacionales e internacionales. Se sugirió que la geografía regional, como metodología, se ajustaba mejor a sociedades agrícolas y escasamente industrializadas. Pero, en cambio, la urbanización, la industrialización y la mayor movilidad de la población habían alterado las viejas formas de vida, de tal manera que se había hecho imposible delimitar las fronteras de las regiones si se empleaba la forma de vida como rasgo definitorio de éstas. En resumen, las regiones se habían vuelto mucho más dependientes entre sí, en términos de productos, recursos, información y poblaciones que se desplazaban entre ellas.

Métodos de investigación

Los estudios regionales tendieron a fundamentarse en gran medida en el trabajo de campo, en el que la observación sobre el terreno era la principal fuente de obtención de datos. Esta técnica de observación directa se introdujo, en un principio, como un ejercicio educativo para mostrar a los alumnos las peculiares relaciones entre el territorio y la forma de vida en sus localidades, y floreció en Europa hasta el eclipse de la geografía regional, en la década de 1960. Geógrafos como C. C. Fagg, Vaughan Cornish y Laurence Dudley Stamp recalcaron la importancia de la observación sobre el terreno, tanto como instrumento educativo, como un método que podría, con el paso del tiempo, transformar los procesos de planificación, haciéndolos más sensibles a las formas de vida tradicional, a la arquitectura vernácula y al medio ambiente. Con esta idea, Stamp adaptó el método de observación sobre el terreno para su Land Utilisation Survey (Observación sobre el uso de la tierra), en la que los escolares cartografiaron de forma sistemática, entre 1930 y 1934, el uso del suelo en cada acre de Inglaterra.

Esta tradición del trabajo de campo sobrevive en la actualidad, por ejemplo en la Land Use UK Survey (Investigación sobre el uso de la tierra en el Reino Unido), que llevó a cabo la Asociación Geográfica en 1996. No obstante, el trabajo de campo de Stamp representa la última ocasión en la que la corriente regional fue aplicada a gran escala. En Francia, la tradición regional sobrevivió a la revolución cuantitativa de la década de 1960. Esta tradición se mantiene con fuerza y se practica en muchas universidades y escuelas universitarias, siguiendo la influencia de Vidal de la Blache.

Tendencias actuales

En los últimos años, la geografía anglosajona ha retomado la corriente regionalista. Una vez más, el objetivo se concentra en el modo en que las regiones representan una particular asociación de formas económicas universales (por ejemplo, el capitalismo) y de cultura (por ejemplo, la tradición). En el caso concreto de la localización industrial, el concepto de región, tal como la emplean algunos geógrafos en la actualidad, serviría para observar la manera en que la concentración de mano de obra especializada en una región puede influir en las empresas para su asentamiento. La ubicación industrial actual, según este punto de vista, presenta unas pautas regionales características.

La aglomeración de empresas similares en una región crea una economía local que se alimenta de las características sociales y culturales de dicha región y de las adyacentes. Con el paso del tiempo, la inmigración o la formación de personal proporcionarán un creciente número de trabajadores requerido por las empresas. Así pues, los cambios económicos nacionales e internacionales, como, por ejemplo, el enorme desarrollo del sector de servicios en el primer mundo, presentan un claro reflejo regional.

El resurgimiento de la geografía regional también se caracteriza por el reconocimiento de que las regiones poseen unas identidades culturales particulares. Diversos medios de comunicación, como periódicos, largometrajes, cadenas de televisión e incluso novelas, transmiten imágenes impactantes de diversas regiones, que penetran en la conciencia popular. Por ejemplo, las novelas de autores como David Herbert Lawrence, Thomas Hardy o Mark Twain, han creado, de diversas formas, una identidad cultural de determinadas regiones. En esos casos, la región y su población son presentados de un modo particular. Aunque tales visiones no sean objetivas ni precisas, la influencia que ejerce sobre la percepción de la gente sobre determinadas localidades, no puede ser subestimada. Al reconocer este desarrollo de la corriente regionalista, los geógrafos se han preocupado por analizar las diversas formas en que se crean las identidades regionales y los efectos que tales identidades tienen sobre el actual y futuro carácter económico y político de las regiones.

En su reciente renacimiento, la geografía regional se ha hecho más flexible y acoge en su seno diferentes tendencias. La regiones varían de tamaño, desde la pequeña región de Wessex que describe Thomas Hardy o la América del Sur de Mark Twain, pasando por las regiones naturales del mundo de Hebertson, hasta la división del planeta en los llamados primer, segundo y tercer mundo. La expresión Tercer Mundo, por ejemplo, fue empleada por primera vez durante el periodo de la Guerra fría para referirse a aquellos países que no pertenecían ni al primer mundo —el bloque capitalista— ni al segundo —el bloque comunista—. No obstante, pronto adquirió un sentido económico, referente al grado de desarrollo, por lo que acabó aplicándose a los países más pobres del mundo.

El término ya no se considera apropiado, en parte porque esta ‘región’ es tan grande y heterogénea que en realidad abarca cuatro, cinco, seis o incluso más áreas, con sus propias características, dependiendo de la escala del estudio. Cuanto mayor sea la región objeto de estudio, mayor será la diversidad de las relaciones entre la población y el medio ambiente. En contraste con la aplicación del concepto de región de Vidal de la Blache, Sauer, Fleure y otros, la mayoría de los geógrafos de hoy día conciben las regiones no como entidades autocontenidas, con unas características únicas para cada una de ellas, sino como áreas que difieren de forma significativa de otras, pero que comparten, no obstante, muchas características económicas, culturales, sociales y de estructura física.

La geografía regional no se ha recuperado por completo de la revolución cuantitativa en Gran Bretaña y Estados Unidos durante las décadas de 1960 y 1970. Sin embargo, el valor del concepto de región se mantiene en el núcleo de la geografía, si bien sólo de forma implícita. Está cada vez más claro que el estudio de regiones específicas es de gran valor para el estudio y comprensión de los complejos procesos y pautas geográficas que tienen lugar sobre la faz de la Tierra.

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