La ciudadanía

Concepto: Ciudadanía. Ciudadano. Relación entre ciudadanía y estado. Obstáculos y tendencias en el ejercicio de ciudadanía.

Ciudadanía

Es el conjunto de derechos que tienen las personas como sujetos y los deberes que de ellos se derivan. Ese «conjunto de derechos», ha ido transformándose y evolucionando paralelamente al desarrollo de la sociedad, fundamentalmente, a lo largo de los últimos tres siglos.

En este sentido, Marshall distingue tres etapas: una «ciudadanía civil» en el siglo XVIII, vinculada a la libertad y los derechos de propiedad; una «ciudadanía política» propia del XIX, ligada al derecho al voto y al derecho a la organización social y política y, por último, en esta última mitad de siglo, una «ciudadanía social», relacionada con los sistemas educativos y el Estado del Bienestar.

Desde esta perspectiva, el debate de la ciudadanía está estrechamente unido a las relaciones de poder o de dominación de los hombres sobre las mujeres negándoles el ejercicio de la misma.

El voto, la propiedad, la libertad para organizarse, son derechos a los que las mujeres han accedido más tardíamente que los hombres, encontrándose relegadas en la actualidad a una ciudadanía de segunda: nutridos grupos de mujeres constituyen las bolsas de pobreza más severas, soportan mayor grado de violencia, reciben los salarios más bajos y cuentan, en definitiva, con muchos menos recursos que los hombres.

Ciudadano

Ciudadano es -en general- la persona que forma parte de una sociedad. La condición de miembro de dicha comunidad se conoce como ciudadanía, y conlleva una serie de deberes y una serie de derechos que cada ciudadano debe respetar y hacer lo suyo que se cumplan como un ciudadano.

Un ciudadano es un habitante que es sujeto de derechos políticos. Estos derechos le permiten intervenir en el gobierno de su país a través del voto.

La ciudadanía también implica ciertas obligaciones y deberes (como el respeto por los derechos del prójimo).

Por el otro, ejercer una “práctica conflictiva vinculada al poder, que refleja las luchas acerca de quiénes podrían decir qué en el proceso de definir cuáles son los problemas sociales comunes y cómo serán abordados.” (Van Gunsteren, en: Jelin, Igualdad y diferencia, p. 194).

Por ejemplo, en Buenos Aires, en la época de la dictadura militar (1976-1983), muchísimos jóvenes fueron torturados y desaparecidos. Las madres realizaron manifestaciones en la esfera pública exigiendo justicia social.

Este hecho crucial de la entrada y presencia de las madres en la esfera pública no sólo transformó el panorama de actores sociales, sino que incluyó en el debate público la centralidad de los lazos familiares y de su importancia en la vida de las personas.

Relación entre ciudadanía y Estado

Hoy se presenta el desafío de desprivatizar el Estado para que sea colocado de nuevo al servicio del bien público y supere sus vicios históricos.

La sociedad necesita reasumir continuamente el Estado, y reorientar la finalidad de sus estructuras. Precisamos hacer la constatación realista de que todas las estructuras estatales tienen la tendencia a desvirtuar sus finalidades.

Es la sociedad la que necesita injertar sin cesar el espíritu público dentro de las esferas estatales, por la práctica constante, lúcida y atenta de la democracia.

Sin el ejercicio de la democracia, el Estado se oxida. No sólo en su macroestructura, sino también en sus concreciones locales.

Todo lo que es estatal, sea hospital, banco o escuela, si no es oxigenado constantemente por las motivaciones del bien común, se va deformando por los vicios característicos de la burocracia, del acomodo, de la ineficacia, del privilegio… que acaban privatizando la instancia estatal al servicio de intereses que utilizan los recursos públicos para protegerse.

El Estado actual necesita de reingeniería para reestructurarse y actualizarse. Pero necesita sobre todo recuperar su alma, que es su finalidad pública, la que lo generó, y que ahora debe regenerarlo.

Y esto sólo puede ser realizado por una sociedad que es capaz de diseñar un proyecto global del bien común para todos, y de percibir las prioridades estratégicas que deben ser asumidas por el Estado.

Es preciso invertir las prioridades para que las energías del Estado sean puestas al servicio de los bienes fundamentales, de la salud, de la educación, de la vivienda, del trabajo, del transporte y del ocio.

Esta inversión sólo será realizada si es urgida por una sociedad que sabe retomar el rumbo del Estado a través del ejercicio efectivo de la ciudadanía.

Obstáculos y tendencias en el ejercicio de ciudadanía

Entre tantas diferentes lógicas, el ejercicio de ciudadanía se construye y se pone en juego en la acción; en los contextos de actividad situada que entraman sujetos, metas, artefactos culturales, división del trabajo, reglas y a la comunidad con su historia (Engeström, 1987).

En el caso de los niños y niñas, el ejercicio de ciudadanía requiere de adultos que lo habiliten y sostengan.

Por ello nuestra propuesta apunta a generar espacios colectivos, de adultos, de niños y niñas y de todos juntos. Espacios tales como asambleas áulicas en las escuelas y centros, talleres de artes y deportes, foros en los que los niños / as opinen sobre sus derechos.

Espacios colectivos de adultos referentes de centros comunitarios, escuelas y organizaciones del barrio atentas a la situación de infancia y a las voces de los niños y niñas.

Es en esa apuesta a pensar y actuar con todos, entre todos, proponiéndonos habilitar la inclusión y la participación de los niños / as, que la ciudadanía se va ejerciendo y construyendo “en acto”.

No es sencillo, pues la tendencia del Estado a multiplicar estrategias asistencialistas sin reformas estructurales que involucren la participación activa de los sujetos, instala un imaginario de asistidos – pasivos – impotentes difícil de romper, y que socialmente tendemos a reproducir.

Uno de los principales obstáculos que encontramos en ese marco es la fuerte fragmentación instituida entre los individuos, al interior de las organizaciones (principalmente las pertenecientes al sistema formal) y entre organizaciones distintas.

En relación a la fragmentación interna, señalamos como la mayor dificultad de las escuelas los escasos o inexistentes espacios para el trabajo en equipo y la capitalización y reflexión crítica sobre la propia experiencia.

También el acento sobre las trayectorias profesionales de los individuos en desmedro del respeto a los procesos y proyectos colectivos o insitucionales (la rotación de personal es altísima y constante).

En estas condiciones, muchos directivos y docentes que apuestan a proyectos transformadores se sienten “solos”, sin equipo o sin respaldo… esto, sumado a la rigidez y sobre-abundancia de los requisitos burocráticos opera como obstáculo para entusiasmarse y apostar a las potencialidades de los sujetos, reproduciendo prácticas clasificatorias tradicionales aún sin estar conformes con ellas.

Sin embargo, seguimos encontrando allí sujetos que buscan generar cambios. Los centros comunitarios, menos burocratizados, cuentan con más plasticidad para reflexionar y modificar sus prácticas críticamente.

También para incluir la voz de los chicos y chicas y sus familias, con el agregado de que las operadoras de los centros son mamás del barrio.

Las dificultades son de otro orden: necesidad de construir una postura que pueda guardar distancia de las rencillas entre vecinos, superar el miedo a represalias por parte de vecinos que no acuerdan con sus actividades, adquirir un status más formalizado y reconocido por el Estado que jerarquice y valore la riqueza de sus prácticas…

Todas las instituciones comparten la falta de recursos financieros, la emergencia por la que transitan muchas familias y niños / as, y la fragmentación externa.

Cuesta a las organizaciones asociarse entre ellas, y visualizarse como colectivo que interviene con la infancia, valorizando los recorridos y experiencias mutuas.
Hace un par de años, las escuelas veían a los centros como “guarderías” en las que los niños / as eran cuidados pero no aprendían nada.

Por su parte, los centros consideraban a las escuelas como expulsivas y poco comprometidas con los chicos / as.

Hoy estas miradas se van revisando, a partir del conocimiento y diálogo de referentes de diferentes instituciones en espacios cotidianos, en la Red por el derecho a la infancia, y en el marco del proyecto de Ciudadanía.

Fuentes: mujeresenred.net / es.wikipedia.org / definicion.de / servicioskoinonia.org / lai.fu-berlin.de / redonda.org.ar